Hace menos de 10 días, el ministro de Educación dijo que se volvería
paulatinamente a la presencialidad... y hoy comienza el descanso pedagógico.
Sucede que –también en educación– se improvisa, se calcula el impacto
político y se maniobra, pero no se actúa.
La Covid-19 hace estragos en Bolivia desde marzo de 2020, es decir, un
año y tres meses, y pese a ello, se sigue improvisando en salud y en educación.
En 2020, el exministro clausuró el año escolar el 1 de agosto porque no
pudo ni supo enfrentar al magisterio ni a la Asociación de Padres de Familia.
Cuando el MAS retomó el poder, dijo que éste sería el año de la educación: a la
fecha, más de un millón de estudiantes no tienen acceso a Internet y han tenido
que volver a clases presenciales y semipresenciales arriesgando su vida... ¿el
resultado? más de tres mil maestros infectados con Covid-19.
Ante esta situación, la mejor salida es adelantar el "descanso
pedagógico" interrumpiendo la planificación docente, incluso de aquel
grupo que sí hace sus mejores esfuerzos por pasar clases de manera virtual.
Sucede que las vacaciones desvían la atención del problema central: este
Gobierno falta a la CPE en varios de sus artículos (17, 77, 82) y de la Ley 070
(1, 2, 3…), que señalan la educación como gratuita, igualitaria, sin
discriminación, un derecho humano, función suprema, y primera responsabilidad
financiera del Estado... Y resulta que hay cientos de miles de estudiantes que
hace año y medio no pueden ejercer su derecho a estudiar porque sencillamente
el Gobierno no tiene la voluntad política de darles ese "privilegio".
Entonces, ante la crisis de Covid, que ha colapsado el precario sistema de salud
y ha afectado a directores, maestros y estudiantes, decide adelantar el
descanso pedagógico.
La pandemia ha desnudado y profundizado brechas educativas, sociales y
de todo tipo en todo el mundo, pero lo peor es que los bolivianos no lo
queremos admitir y tampoco remediar... preferimos instruir descaso pedagógico y
así evitar –aunque sea por unas semanas– que más de uno se dé cuenta de lo
jodida de la situación.
Bolivia es un país donde se improvisa de manera descarada, arrogante y
recurrente. Al menos digámoslo.
La autora es comunicadora social.
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