Bolivia es un país de contradicciones fascinantes. A partir de una
posible ley, propuesta por los “iluminados” miembros de la burocracia estatal,
vas a pagar impuestos para tener Netflix en tu casa o para escuchar música por
Spotify, pero en cualquier esquina puedes comprar, libres de impuestos,
películas piratas grabadas en DVD, o un USB con los súper cañonazos de 2021.
En Bolivia es más fácil tirar abajo seis árboles, a mitad de la noche,
porque supuestamente están “enfermos”, en lugar de hacer un plan de
reforestación de áreas descampadas y enfermas.
En Bolivia es más fácil que compres un auto por WhatsApp, chuto, ilegal,
y siniestrado, traído de otro país, que sea cuatro por cuatro, con un motor
turbo diésel, en vez de comprarte, por ejemplo, un auto eléctrico amigable con
el medio ambiente, hecho en Bolivia.
En Bolivia es más fácil llorar y bloquear para que legalicen y le den un
“perdonazo” a tu auto ilegal, que pagar impuestos y comprar legalmente no sólo
un automóvil, sino un televisor o un celular.
En Bolivia es más fácil tener dinero fruto de un pasanaku, que obtener
un crédito personal, porque eres independiente y por lo tanto sospechoso, y por
eso en el banco te piden certificado de tu hígado, consentimiento del Firulais,
y hasta la aprobación del loro de la vecina, para darte el dinero que necesitas
debido a que quiere asegurarse que pagarás el crédito y no te darás a la fuga.
Y volviendo al temita del futuro impuesto al consumo electrónico, que no
sólo afectará a la clase media, sino a los 11 millones de personas conectadas a
Internet, en Bolivia es más fácil que los mandamases de turno se copien de las
regulaciones impositivas de países vecinos, en lugar de que se pongan a pensar
en ampliar, de una vez, el universo impositivo, eliminen el régimen simplificado
y cobren impuestos en las zonas más ricas del país como son los mercados de La
Cancha, Los Pozos, Barrio Lindo, y Huyustus, o a los cocaleros.
En Bolivia es más fácil ganar más dinero vendiendo hamburguesas en la
calle, que siendo docente universitario porque para ser profe universitario te
piden que presentes factura, hagas aportes a la AFP, estés o no afiliado, y
además tengas tu licenciatura, uno a dos diplomados, maestría y hasta un
doctorado.
En Bolivia es más fácil crear un impuesto a los millonarios, que hacer o
crear condiciones para que la gente sea millonaria.
En Bolivia es más fácil ser retrógrado y conservador, creando impuestos
para todo y para nada, que ser verdaderamente revolucionario y dictar menos
impuestos, asegurando un aparato productivo sano, vital, generador de empleo y
transformador.
La autora cree que sistema fiscal boliviano necesita gran reforma.
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