Unos venezolanos llegaron al país durante el primer gobierno del MAS y
se adueñaron de todo lo que estaba a la vista, desde ferrocarriles hasta
diarios, canales de Tv, aceiteras y también llegaron a abrir un banco e
invertir en otros.
Tenían el permiso y el apoyo societario del gobernante boliviano y el
dinero del bolivariano y mucha, pero mucha sinvergüenzura, a tal punto que llegaron
a hacerse cargo de la instalación de los teleféricos de La Paz con un contrato
envidiable para hacerles el mantenimiento durante 30 años, por la módica suma
de 700 millones de dólares.
Ahora, uno de los bancos que abrieron en el país, semejante a los varios
que controlaron en Venezuela, hasta quebrarlos, se encuentra en aprietos y las
autoridades del sector se limitan a repetir generalidades en lugar de dar
explicaciones a los ahorristas.
El libreto que tienen, por el que culpan de todo y de nada al Gobierno
transitorio de Jeanine Áñez, no les sirve en este caso, aunque ya estaban a
punto de usarlo. El banco nació con capitales y el desparpajo de venezolanos
que de tan chavistas que eran se hicieron estafas entre ellos. Un embajador
venezolano fue acusado de estafa y, tras asociarse con un segundo hombre del
gobierno masista, decidió quedarse a vivir en Bolivia. Practican lo que ellos
llaman la “moral revolucionaria”.
El informe internacional que redujo la calificación del banco facilón
que opera en Bolivia dice que sus operaciones no son tan grandes que vayan a
poner en riesgo el sistema financiero boliviano. De todos modos, las
autoridades financieras han optado por hablar del caso como si tuviera un
alcance patriótico, de reserva protectora.
Lo que tendrían que hacer es explicar a los ahorristas qué pasó, por qué
la calificación es tan baja, qué hay detrás de todo esto, si los accionistas
siguen en el país o no.
Hay que decir toda la verdad. Si hay algunos masistas muy notorios,
aunque no notables, envueltos en este entuerto, hay que saber quiénes son. La
policía tiene ahora un estado atlético ideal para hacer allanamientos, y se la
podría usar. ¿O los pecados de los masistas deben ser tapados con tierrita?
Nadie quiere que cunda el pánico, que se produzcan corridas de
ahorristas, pero, por favor, digan toda la verdad sobre este caso. Hagan la
prueba. De repente aprenden que pueden hacerlo.
No mientan sobre algo tan delicado. El país no está para estas trampas.
El autor es periodista.
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