JUAN JOSÉ TORO MONTOYA
La discriminación ha vuelto a ponerse de moda. Ahora se usa para
convertir preguntas necesarias en ofensas. Así, si un periodista pregunta por
qué la esposa del gobernador trabaja en la mismísima gobernación, la respuesta
más astuta es decir que se le está discriminando. Entonces te victimizas con tu
cara, con eso del perfil incaico, y le preguntas al periodista por qué no va a
preguntar lo mismo al otro gobernador, al q’ara, que ha metido a su
hijo a la otra gobernación.
Parece la respuesta de un estúpido victimista, pero no… es una jugada
magistral, digna de las más inteligentes mentes maquiavélicas porque el estupor
de los periodistas hará que su atención se esfume y se pase a otra cosa. Total.
Las noticias saldrán por el lado de la victimización y pocos se acordarán del
nepotismo.
Y, como todos sabemos, el argumento de la discriminación funcionó
eficazmente durante más de una década.
Comenzó con el gobierno de Evo Morales, cuando la mayor parte del mundo
estaba encantada de que, por fin, un indio haya asumido la presidencia de un
país con mayoría india. Parecía lo más lógico pero la verdad es que, si ponemos
las cosas bajo el microscopio de la ciencia, lo más probable es que este país
con mayoría india haya perdido a sus indios hace mucho tiempo porque las
mezclas que se sucedieron a través de los años dieron por resultado un
mestizaje que hoy hace anacrónicos los discursos sobre razas.
La pureza de sangre, y de la supuesta raza, es un concepto dieciochesco
que, sin embargo, le dio tan buen resultado a don Evo que sigue usando su
supuesta condición de indio como una de sus banderas (o wiphalas). Así, si
alguien le critica, a él o a su peculiar conducta de presidente de facto,
entonces él dirá que lo hacen porque él es indio. Y eso, desde luego, es
discriminación. La cortina se corre y ahí murió la cosa.
Entonces, los periodistas también podríamos usar ese discurso para decir
que nos discriminan porque no nos informan, hasta ahora, sobre las ejecuciones
presupuestarias. O bien podemos quejarnos de que ninguna autoridad se haya
acordado de la libertad de prensa, cuyo Día Mundial era el 3 de mayo.
Nos discriminan porque el grueso de la publicidad, que se paga con el
dinero de todos, se va a los medios que le chupan las medias al Gobierno
mientras que a los demás nos asfixian desde hace años.
Y si para justificar el discurso victimista hace falta invocar la
pertenencia a una etnia, aquí vengo yo a señalar que soy de la nación qaraqara
y mi cara, oscura como la chancaca, revela que yo, también, soy indio.
Entonces, cuando los políticos mañudos me ponen las cosas difíciles, yo
también me quejo y denuncio que me discriminan.
El autor es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
No hay comentarios.: