Dos historias que revelan cómo las mujeres son utilizadas para transportar droga mediante diversos métodos. Elena falleció por Covid-19 en la India. Estefany murió en un accidente en una carretera al norte de Chile.
Estefany había salido de Santa Cruz sin que su familia lo
sepa. No se despidió de nadie. La joven, de 19 años, había llegado a Iquique,
al norte de Chile con falsas promesas. Le ofrecieron trabajo. No lo dudó y se
fue a buscar mejor futuro. Ni bien arribó al vecino país la encerraron en un
dormitorio. Sufrió varios días. Era el 8 de junio cuando Estefany fue víctima
de las mafias del narcotráfico. Le hicieron tragar ovoides con cocaína. Al día
siguiente un accidente en carretera acabó con su vida mientras viajaba a la
capital chilena.
La joven había logrado este año ingresar a la carrera de
Arquitectura de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm). De familia
humilde, ayudaba a su madre y su abuela a sustentar el hogar. Ella vivía en la
Villa Primero de Mayo. Su mamá y su abuela son trabajadoras del hogar, aunque
también logran ingresos extras vendiendo comida.
Ellas no saben cómo Estefany pudo abandonar Santa Cruz de la
Sierra. Según datos de sus familiares, la joven se contactó con una amiga y
ella y sus familiares le propusieron viajar al norte de Chile. La excusa era
que encontraría trabajo. No lo dudó y empacó a ocultas. Se fue hasta Oruro y de
ahí cruzó la frontera.
Llegó a Iquique y de ahí partió en un bus de la empresa
Pullman Bus hacia la capital chilena. No logró avanzar mucho. En la comuna de
Chañaral, cerca de Copiapó, el vehículo en el que viajaba chocó de frente con
un camión que transportaba verduras y frutas hacia Antofagasta. Murieron siete
personas, entre ellas Estefany y uno de los familiares de su amiga.
A Estefany le practicaron la autopsia de ley. Le encontraron
ovoides con cocaína en el estómago. Se desconoce si los familiares de su amiga
le obligaron a tragar las drogas, pero según versión de los Carabineros de
Chile la joven ingirió las sustancias el 8 de junio.
Su cuerpo sigue en territorio chileno. Los familiares no
hallan respuesta del consulado boliviano en el vecino país. Los trámites están
congelados y solo tienen asesoría legal de la defensa pública.
“Ahí terminó la historia de la vida de mi sobrina y comenzó
el tormentoso calvario para la repatriación de sus restos mortales. La familia
en Santa Cruz no tiene recursos económicos y el Consulado de Bolivia en Chile
no se ha pronunciado sobre este trágico accidente, probablemente porque no son
personas influyentes”, relata un familiar de Estefany.
Trámites en Chile
El papá de Estefany está en Iquique. Llegó tras sortear
varios obstáculos, uno de ellos la prohibición de ingreso a Chile por la
pandemia de coronavirus. El viernes llegó al consulado de Bolivia en esa ciudad
y se chocó con las puertas cerradas. No habrá atención en la oficina
diplomática hasta el martes, debido a que el lunes en Chile también es feriado.
Según datos de la Fiscalía de Chañaral, a cada una de las
bolivianas le encontraron 5,5 gramos de cocaína en los ovoides. Se desconoce
cuál era el destino final, ya que la flota va parando en diferentes comunas
hasta llegar a Valparaíso, pasando por Santiago.
El hermano de Estefany informó a EL DEBER que no tienen
respuestas de la Cancillería ni de los consulados bolivianos en suelo chileno.
Además, añadió que reciben asesoría jurídica de una abogada del vecino país,
quien en un audio enviado a la familia les relata que hasta el martes no podrán
realizar ningún trámite.
“Entiendo por todo lo que están pasando, lo siento, pero
ahora es muy difícil proseguir con los trámites”, les dice la jurista.
El familiar de la víctima reprocha que los trámites para la
repatriación del cuerpo de Estefany tengan que ser autorizados con una firma
por un diplomático boliviano. “¿Si no están trabajando cómo podemos avanzar?”,
cuestiona.
EL DEBER fue parte de una investigación periodística
multinacional en 2018. En ese trabajo se evidenció que las mujeres son un
blanco fácil para transportar drogas desde Bolivia a Chile. La mayoría de las
víctimas -casi todas- son de escasos recursos, por lo que son convencidas para
viajar como “mulas” o “correos humanos”. Las cárceles del norte de Chile están llenas
de mujeres bolivianas, todas víctimas del narco.
Las mujeres transportan la droga en diferentes modos. Llevan
la cocaína en sus estómagos, en maletas, carteras, zapatos o hasta en sus
partes íntimas. Son muchos métodos, y el destino general es llegar a la capital
chilena.
Un kilo de cocaína pura puede llegar a costar en Bolivia
unos 2.500 dólares. A las “tragonas’”, que son las mujeres que tragan ovoides
de cocaína, y las “mulas”, quienes llevan la droga en maletas o fajadas a su
cuerpo, les pueden pagar hasta 1.500 dólares por llevar ese kilo desde Bolivia
hasta Santiago de Chile, donde se venderá a 15 dólares cada gramo.
Es decir, las mafias de narcotráfico pueden obtener 15.000
dólares por el kilo si es que la venden tal como llegó. Pero, en la gran
mayoría de los casos, la cocaína es mezclada con otros productos como yeso o
talco.
Estefany fue víctima de esas mafias, que la buscaron
aprovechando su juventud y su desesperación para tener dinero. A ella no le
encontraron viva llevando la droga. No fue a la cárcel. Murió en el intento en
un accidente.
Hoy su familia solo quiere que el cuerpo de Estefany llegue
a Santa Cruz. Por ahora, algo que es muy difícil de lograr. Además, sus
allegados requieren dinero para repatriar los restos de la joven. Algo así como
5.000 dólares, tres veces más de lo que quizá le iban a pagar las mafias.
Murió en la India
“Papá: estoy detenida en la India y tal vez sea la última
vez que le hablo”. Con esa frase, Rosario (nombre ficticio) le comentó a su
padre en marzo de 2020 que fue arrestada en el país asiático. El progenitor no
sabía el por qué de la detención de su hija. Nunca más la pudo escuchar. La
joven, madre soltera con dos niños, falleció en una cárcel de Nueva Delhi.
Esa llamada duró 15 segundos. Luego de la frase solo se
escuchó el llanto de la joven. El 3 de marzo la joven había abandonado Santa
Cruz. Se trasladó hasta San Pablo, Brasil, vía terrestre. Sus familiares
desconocían el destino final y el motivo del viaje, aunque Rosario había dicho
que se iba por trabajo.
Uno de los familiares relata que se desconocía el paradero
de Rosario hasta que llamó a su padre. El motivo de la detención lo
desconocían. No tenían información oficial a pesar de que pidieron a la
Cancillería que les ayuden.
La Interpol, días después, emitió un informe del motivo de
la detención de la joven. Había sido sorprendida con 1.555 gramos de cocaína.
En Nueva Delhi le quitaron todas sus pertenencias y fue llevada a juicio. Pidió
el pago de fianza para defenderse en libertad, algo que fue rechazado por ser
ciudadana extranjera.
Rosario relató que no sabía que transportaba la droga y que
la introdujeron en su maleta. Su versión no fue aceptada y la trasladaron a una
cárcel de Nueva Delhi.
“Producto de esa detención se le inicia un proceso tomándole
su declaración sin un abogado ni traductor presente, vulnerando su derecho
fundamental a la legítima defensa. Es después de su detención que un traductor
le dice que en su maleta le habían encontrado aproximadamente dos kilos de
sustancias controladas”, dice parte de una carta enviada a la excanciller Karen
Longaric.
La Cancillería instruyó un seguimiento al caso y la embajada
boliviana en la India tomó contacto, pero poco se pudo hacer. Rosario falleció
el año pasado tras contagiarse de coronavirus en la cárcel. Los familiares
dicen que el año pasado no hubo ayuda del Gobierno para repatriar el cuerpo y
ahora prefieren no hablar más de la joven. “Queremos que descanse en paz”, dijo
un allegado.
No hay comentarios.: