Está de moda hablar de la posverdad, pero lo que se observa ahora es que
los miembros del gobierno masista manejan medias verdades, que no ayudan a
entender qué se propone lograr el “golpe jurídico-policial” en curso.
Dice el presidente Luis Arce que el propósito de todo esto no es la
venganza, sino un profundo deseo de justicia, lo que suena bien, pero muestra
que él tampoco sabe lo que busca este golpe a la democracia y a las leyes.
Porque ordenar la detención de la expresidente Jeanine Áñez, de los
excomandantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía, además de secuestrar a
adolescentes para obligarles a revelar dónde están sus parientes es un golpe a
la democracia, pero un golpe inconcluso.
Nadie dice, de frente, cuál es el propósito de todo esto, aunque existe
la sospecha de que se trata de una estrategia para devolverle la presidencia de
la república al cocalero Morales. Comenzaría por comprobar, en esta represión,
cómo está el clima para la reposición de la dictadura.
El fin de semana pasado, según Siglo 21, estuvo a punto de producirse un
fallo del TCP sentenciando que en noviembre de 2019 no hubo fraude, pero hubo
golpe.
Sería el camino más corto para conseguir que el cocalero recupere su
cargo de presidente de Bolivia, lo que descartaría la otra vía; que renuncien
el presidente y el vice para que el senador Andrónico Rodríguez llame a
elecciones en las que Morales podría participar, y quizá ganar, si es que no se
corrigiesen los vicios del sistema electoral.
Pero el TCP se está demorando demasiado en dictar esa sentencia, lo que
hace supone que quizá no lo haga porque, al fin y al cabo, nadie le ha pedido
que se pronuncie.
Lo cierto es que mientras no se cumpla alguna de estas vías para que el
cocalero recupere la presidencia del país tendrían razón quienes afirman que el
golpe jurídico-policial no es nada más que una despiadada venganza.
Por el momento, en el exterior se observa todo esto como un atropello a
las leyes y a los derechos humanos, como lo han mencionado la ONU, la OEA, el
Club de Ginebra, la Unión Europea, una larga lista de presidentes y
expresidentes, además de medios tan importantes como The Economist, Washington
Post y El País de Madrid y otros.
Si no se cumpliera el propósito que se sospecha, todo esto habrá quedado
como una actitud sádica del MAS, inspirada en que el cocalero no se ha
resignado a dejar su dictadura, sin esperanza alguna de poder recuperarla.
El desconsuelo del dictador derrocado.
El autor es periodista.
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