Cuando una autoridad inventa lo que no ha sucedido, incurre en una
mentira que constituye una grave acción que puede ocasionar daños a la
credibilidad de un gobierno y del país. Por ello, las mentiras de funcionarios
son parte de la corrupción prevaleciente. Esto es un arma innoble que utilizan
con frecuencia gobiernos atrabiliarios.
Entre las mentiras se cuentan las promesas imposibles de cumplir.
Ofrecer sin posibilidades sabiendo que no se podrá cumplir, es censurable. Y de
eso hay un caso emblemático: “Evo promete hacer de Bolivia una Suiza en 10 años
por buena racha económica” (ANF 06.08.2007). Quizá se inspiró en la promesa
–incumplida por cierto– de Fidel Castro, cuando anunció que Cuba superaría en
bienestar a EEUU y a varios países de Europa.
Pero siguen en Bolivia las falsedades. Y esto se centra en que en
noviembre de 2019 hubo un golpe de Estado y se derrocó a Evo Morales que tuvo
que refugiarse, primero en México. No hay tal. Cientos de miles de bolivianos
salieron a las calles a protestar por el fraude cometido por el MAS en las
elecciones generales de ese año, lo que fue comprobado en un informe de
técnicos de la OEA y nunca objetado seriamente.
Esto de la mentira no ha cesado. El presidente, Luis Arce Catacora, en
su discurso inaugural, deformó la verdad. Afirmó que, “a partir del 10 de
noviembre de 2019, después de 21 días en que se escamoteó la voluntad popular
expresada en las urnas y que dieron un ganador, Bolivia fue escenario de una
guerra interna y sistemática contra el pueblo, especialmente contra los más
humildes”. Esta afirmación, además de falsa, constituye una falta grave de un
mandatario renuente a aceptar la verdad. Cientos de miles de ciudadanos
protestaron ante el fraude. Nadie expatrió al cuestionado presidente-candidato.
Se exigía retornar a la legalidad. Y entonces se produjo la renuncia del
presidente y de los que presidían la Cámara de Diputados y el Senado, que
siguió funcionando regularmente. Ante el vacío de poder, se proclamó presidente
de Bolivia, por sucesión constitucional a quien presidía el Senado, la señora
Jeanine Áñez, y se mantuvo en funcionamiento el Parlamento.
El presidente Arce llegó a afirmar “que hubo una persecución y
criminalización desatada por el régimen en contra de dirigentes del MAS-IPSP y
de los movimientos sociales, en contra de mujeres y hombres humildes del
pueblo, se tradujo en muertos, heridos, encarcelados, perseguidos, asilados y
exiliados”. Y en su reciente visita a México, sin prueba alguna, afirmó que “El
objetivo económico del ‘golpe de Estado’ era el control de EEUU del litio
boliviano”.
¿En qué se diferencia la mentira política de la mentira común? Juan
Samuel Santos filósofo, profesor universitario y autor de la
investigación Mentira, poder estatal y democracia, explica las
diferencias.
“La mentira común es cuando alguien le dice algo que cree falso a otra
persona con la intención de engañarlo… Pero en política sucede algo particular:
los políticos mentirosos no siempre quieren que a quienes les mienten cambien
de creencias, sino que pierdan su percepción de la realidad”.
El autor es exembajador de Bolivia.
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