ALICIA RODRÍGUEZ MAIDA Y SARA ZEBALLOS GONZALES
Más de dos tercios del personal de salud en primera línea son mujeres.
Ellas se enfrentan a la sobrecarga laboral en el trabajo y en casa.
La Coordinadora de la Mujer y el Observatorio de Género detallaron en un
informe que el 70% del personal boliviano en primera línea contra la Covid está
compuesto por mujeres. Además de tener una mayor carga de tareas domésticas por
los cuidados y normas de bioseguridad, deben doblar o triplicar los turnos en
sus espacios laborales para atender a los pacientes. Si bien la pandemia afecta
de manera diferente a ambos géneros, las políticas públicas tomadas no hacen
esa diferenciación.
Según ONU Mujeres, la emergencia sanitaria y su gestión, sobre todo
durante su etapa más crítica, tienen efectos diferenciados respecto al género.
Uno de los más evidentes es la crisis del tiempo de cuidado. Según el informe
de la Coordinadora de la Mujer, “la cuarentena para la mayoría de las mujeres
significó dedicar más tiempo del habitual a las tareas domésticas y de
cuidado”. Es decir, esta crisis sanitaria puso en relieve, con mayor énfasis,
la asimetría de la distribución de labores en el hogar.
En la ciudad de Cochabamba, esta situación se evidenció de distintas
maneras. Carla Torres, médico familiar, menciona que “desde hace meses se lucha
contra la pandemia trabajando turnos de 24 horas, doblando y triplicando
nuestras horas de trabajo al mes”. Esto fue aún más difícil para muchas de
ellas por ser madres solteras y por el miedo de contagiar a sus familias.
Además, el colapso de los hospitales durante la primera ola y la falta de
insumos médicos, en especial en esta ciudad, generaron mayor riesgo.
El informe de ONU Mujeres sobre la emergencia sanitaria en Latinoamérica
y el Caribe asegura que los costos para las mujeres son mayores, tanto física
como emocionalmente. Shirley Siñaniz, médico cirujano y especialista en
auditoría médica y gestión en salud, menciona que, si bien existen muchos
desafíos, ellas saben conectar con el paciente a un nivel más humano. “Mi
profesión y género me permiten trabajar no solo con la enfermedad, sino
conectar y empatizar con el paciente y mi familia, que tienen necesidades
emocionales muy fuertes a causa de esta pandemia”, afirma.
Si bien hubo una clara diferencia entre los efectos de la pandemia sobre
el personal de salud, de ambos géneros, en especial durante la primera ola, no
existieron ni existen políticas públicas que puedan contrarrestarlos o
disminuirlos. “Lo que debe cambiar desde mi punto de vista es la equidad de los
derechos en salud; tanto para la población en general, como para mis colegas”,
comenta Siñaniz.
El análisis de la Organización Mundial de la Salud sobre equidad de
género, recomienda instaurar políticas según datos desagregados por sexo que
incluyan “tasas diferenciadas de infección, impactos económicos y en la carga
de cuidado diferenciados, barreras de acceso de mujeres, e incidencia de
violencias doméstica y sexual”. Es decir, tomar en cuenta esos factores para
poder dar soluciones reales a corto, mediano y largo plazo. Esto no solo en
momentos de pandemia, sino en las gestiones de salud a nivel general. Sin
embargo, hasta el momento ninguna política de salud pública de estas
características ha sido aplicada en nuestro país.
Las autoras son estudiantes de comunicación social y participan del
Laboratorio de Periodismo UCB.
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