El centralismo, que limita también a la educación, obliga a los colegios
que se gestionan hace tres semestres en la modalidad virtual a someterse a las
limitaciones, caprichos y miopías de un ministro de educación que no puede ver
más allá de su visión monopólica, unilateral y estandarizada de la educación...
en un país que (cuando conviene) es plurinacional, multicultural, intercultural
y diverso.
Que el Ministro nos explique con argumentos de la razón, por qué los
colegios que desarrollan clases de manera virtual tienen que acatar las cuatro
semanas de descanso pedagógico.
Ni la Covid ni las bajas temperaturas afectan ni obligan a tal
situación. Es más, este tiempo perdido solo perjudicará a los maestros y
estudiantes que ahora tendrán que extender sus actividades hasta mediados de
diciembre.
Lo que el gobierno de Arce Catacora debe hacer es cubrir el costo del
internet, dotar de recursos tecnológicos, producir contenidos mediáticos
educativos, potenciar su programa de educación a distancia, entregar cartillas
y capacitar a sus maestros en el manejo de entornos virtuales.
El retorno a clases presenciales es un falso debate, en extremo falso y
perverso.
Urge que la educación descentralice sus procesos, pero también sus
visiones: Somos un país muy diverso, con culturas distintas, climas extremos
entre sí y realidades diferentes, y la educación debe adaptarse a esos
contextos.
Es necesario delegar competencias para propiciar una educación
contextualizada, empoderar a los directores distritales y directores de
colegios.
El centralismo, la visión única, la decisión unilateral e intransigente,
ya no caben en estos tiempos ni en Bolivia ni en Pelotillehue.
La autora es comunicadora social.
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