El liberalismo es una filosofía política, social y
económica que defiende la libertad individual, limita el poder del Estado y promueve
la igualdad ante la ley. Por tanto, el liberalismo es una doctrina que promueve
las libertades civiles y que trata de oponerse al despotismo ilustrado, al
absolutismo. Se basa, como su propio nombre indica, en la libertad y en la
tolerancia. Se fundamenta en la protección de la propiedad privada y la
libertad de asociación entre empresas. En este sentido, muchos sistemas como la
democracia representativa y el Estado de derecho están basados en las doctrinas
liberales.
Se caracteriza por la defensa de la libertad individual
sobre todas las cosas, igualdad ante la ley, defensa de la propiedad privada,
libertad de culto, división total de poderes, limitación del poder del Estado,
defensa de la tolerancia y establecimiento de códigos civiles. Se fundamenta en
el libre mercado, la globalización, gobierno limitado, libertad de asociación,
libertad personal, propiedad privada, igualdad jurídica e individualismo. Y se
divide: Liberalismo económico: basado en la limitación del Estado en las
relaciones económicas que mantienen los agentes económicos. Liberalismo social:
Fundamentado en la defensa de la libertad en las relaciones sociales.
Liberalismo político: Basado en la soberanía del pueblo para elegir a sus
representantes. Por tanto, representantes que son elegidos por el pueblo en
democracia.
Lo que ocurre hoy en Bolivia, a partir del desgobierno de
Arce y la reacción del pueblo ante leyes que promueven el absolutismo, no
coinciden con la corriente socio liberal del gobierno. Está en el debate qué
tipo de Estado queremos, una sociedad liberal al 100% (incluidos los
informales), dueños de la propiedad privada y la libertad individual contra un
poder centralista e intervencionista que incluso afecta a los propios masistas.
¿La emergente economía del El Alto, los cocaleros y hasta los campesinos,
permitirán estar sometidos al control gubernamental sobre el origen de sus
bienes, pagar impuestos sobre ello y en su caso distribuir su capital con otros
menos pudientes? Imposible. Entonces, lo de “el pueblo nos eligió en democracia
para gobernar y cambiar el país”, es una falacia.
El debate de siempre, aunque para muchos sea difícil
definirlo y para algunos ni siquiera existe: liberalismo es una palabra que
marca una época. El libre mercado o la intervención mínima del Estado en la
economía versus el Estado, un papel clave para sortear crisis o recesiones,
pese a que está demostrado que la planificación estatal de la economía conduce
al totalitarismo. Por lo tanto, el gobierno se desdice al adoptar políticas
defendidas por neoliberales, como el control estricto de la oferta de moneda
para bajar la inflación.
El uso del término liberalismo sirve para cubrir un montón
de cosas que la gente ve mal, poner al mercado en el centro de prioridades,
desregular la economía y desmantelar el Estado de bienestar, se dice,
contribuyó al aumento de la brecha entre los más ricos y pobres. La desigualdad
social trajo crecientes problemas para la democracia y los individuos, pero a
la par Chávez y el resto de la izquierda fracasaron en mostrar una nueva
alternativa exitosa.
“No hay una nueva o vieja libertad, hay libertad o no hay,
por lo tanto, el concepto liberal no tiene sentido", sostuvo un economista
hace poco y nuestro rumbo no tiene sentido al querer implantar recetas donde
hay problemas de pobreza y falta de capital humano. Lo curioso en nuestra
democracia son políticas de libre mercado para bajar tasas de pobreza en busca
de un PIB per cápita similar al de países europeos. Mientras, la marcha de Evo
a La Paz solo sirve para dar inicio a la campaña electoral del fraudulento.
TIBURÓN
FERNANDO BERRÍOS
Politólogo
ferchoberrios@hotmail.com
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