AFP
Del 10 al 21 de mayo el ejército israelí bombardeó la Franja
de Gaza, un pequeño territorio de más de dos millones de personas, en respuesta
a los cohetes disparados por el movimiento islamista Hamas contra Israel.
“Esperaba encontrarlos vivos bajo las ruinas”, murmura Ola a
un psicólogo de Gaza mirando fijamente en un teléfono móvil la foto de su
hermana y de sus cuatro hijos, muertos en un bombardeo israelí.
La joven se enjuga las lágrimas ante el psicólogo que se
interesa por su situación y la de las familias de los más de 60 niños y
adolescentes palestinos muertos en la «guerra de 11 días» con Israel.
Del 10 al 21 de mayo el ejército israelí bombardeó la Franja
de Gaza, un pequeño territorio de más de dos millones de personas, en respuesta
a los cohetes disparados por el movimiento islamista Hamas contra Israel. Uno
de los bombardeos devastó el barrio de Al Rimal en la ciudad de Gaza y
pulverizó el edificio donde vivía Abeer, la hermana de Ola.
Diez horas después de la destrucción, los socorristas
sacaron de entre los escombros al marido de su hermana, Riad, y a su hija de
ocho años, Suzy. Pero Abeer y los otros cuatro hijos del matrimonio no
sobrevivieron.
“No paro de pensar en mi hermana y sus hijos que pueden
haber estado vivos durante horas bajo las ruinas. Y estoy conmocionada, ahora
tengo miedo de perder a mis hijos”, explica Ola Ashkantana, quien se niega a
tomar ansiolíticos.
En la habitación de al lado, Suzy está sentada sobre las
rodillas de Riad mientras Hasan al Khawaja, un médico especializado en salud
mental, propone empezar una psicoterapia.
“Me ahogo. Incluso pensé en irme a vivir al cementerio para
estar con ellos”, dice Riad, quien se quedó mudo durante días después de la tragedia,
según su familia. “Nunca volveré a ser el mismo”.
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