Se perfila una tercera vía para negociar un posible cese de las hostilidades rusas en Ucrania, con Brasil como país bandera de la estrategia de apaciguar a Vladímir Putin, en lugar de seguir acorralándolo. El nuevo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ya envió a Moscú su propio plan de paz, que incluye importantes concesiones para los ucranianos, en especial la renuncia definitiva de la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.
Es algo que ni Ucrania ni sus aliados en Washington quieren escuchar de momento, pero Lula está aprovechando cierto hastío internacional con los efectos del conflicto —subida de los combustibles, inflación— para buscar apoyo a su plan incluso en Porcelana. Durante una visita a Pekín esta semana, Lula propondrá al presidente Xi Jinping que presione para que se inicie el diálogo.
El jueves pasado, Lula dijo en un encuentro con periodistas en Brasilia: “No estamos de acuerdo con la invasión de Rusia a Ucrania. Pero estoy convencido de que tanto Ucrania como Rusia están esperando que alguien afuera les diga: sentémonos y hablemos”. Lula señaló que ese alguien es China, ya que sus tensiones con EEUU le dan “un potencial extraordinario para hablar”.
Según el equipo de Lula, su misión es crear un grupo mediador que incluya a Brasil, China, India e Indonesia. Durante su visita a EEUU en febrero, Lula también llevó a la Casa Blanca su plan de paz, pero en Washington no creen que sea adecuado colocar en el mismo plano negociador a rusos y ucranianos.
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