Prof. Néstor Eduardo Silguera Copa
Para el maestro,
cada inicio de clases es compromiso, dedicación, paciencia, tolerancia,
entrega, ternura y mucho más, es una sensación muy hermosa que significa valor
y amor al noble trabajo del educador. El rol que cumplimos los maestros es muy
importante, porque al tener el contacto directo con los niños, jóvenes y
personas mayores, nos convierte en el segundo padre, en el mejor amigo y muchas
veces en el único confidente, debiendo dedicar un considerable tiempo del día a
ellos dando todo de nuestra experiencia, de nuestro cuidado y sobre todo
entregando amor y responsabilidad en el momento de orientar y educar.
Y como cualquier
humano, algunas veces se anteponen los problemas familiares, sociales y
económicos, pero en el momento del trabajo nos sentimos motivados y hacemos
como el payaso “Llorar por dentro y reír por fuera”
Por la vocación que
nos invade, siempre deseamos dar más de nuestras vidas a los estudiantes, pero
vemos con mucha tristeza que a veces no somos reconocidos por alguna parte de
la sociedad, especialmente cuando dan
algunos calificativos desagradables hacia el magisterio, sin tomar en cuenta que
también son parte del sistema, porque nadie puede negar haber pasado por las
manos de un profesor y hoy en día hombres y mujeres que estuvieron bajo nuestra
responsabilidad de educadores y maestros, son grandes profesionales dentro de
la sociedad.
En nuestro cotidiano
balance, los docentes nos hacemos el compromiso de formar generaciones y desde el aula presencial o a distancia seguiremos trabajando de acuerdo a la
realidad de la educación que necesiten nuestros hijos, siempre confiando en Dios
en el profesionalismo y la capacidad de
cada uno de nosotros , porque lo que podemos hacer hoy será valioso para el
futuro, asegurando que la formación integral permita entregar a la vida camadas
de personas seguras de subsistir y defenderse en el ancho camino de la vida.
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