Un mes después de que los talibanes tomaran el poder, el país está al borde de un abismo económico y social. Fuera de Kabul no hay dinero y la salud es uno de los sectores más afectados.
El lunes 13 de septiembre, la conferencia de donantes
convocada por la ONU en Ginebra se comprometió ayudar con más de mil millones
de dólares a Afganistán, que se enfrenta a una situación dramática. Sequía,
escasez de dinero, recortes de la ayuda exterior... Un mes después de que los
talibanes tomaran el poder, el país está al borde de un abismo económico y
social.
Para hacerse una idea de la magnitud del desastre, basta con
salir a la calle, en cualquier lugar de Afganistán. "Todo está cerrado, no
hay más dinero y en tres meses la gente no tendrá suficiente para comer. No
podemos seguir así", dice un residente de Jalalabad.
Hay una ciudad en la que se puede encontrar algo de
efectivo: es en Kabul, la capital afgana, donde algunos establecimientos
reabrieron a finales de agosto. Pero los retiros están limitados a 20.000
afganis por semana y por persona, el equivalente a 200 euros. Y para acceder a
los cajeros automáticos, hay que esperar durante horas, con la esperanza de que
las cajas se hayan llenado.
En cambio, fuera de Kabul no hay ni un solo billete ni un
centavo disponible. Es el caso, por ejemplo, del sur del país, en Lashkar Gah,
donde el doctor Viktor Urosevic dirige el hospital de la ONG Emergency.
"Los bancos están cerrados y han parado todas las transferencias. La población
ya no tiene acceso a las necesidades básicas de la vida: ni comida, ni madera a
pesar del invierno que se avecina, ni ropa. Es una catástrofe humanitaria, que
se agravará en los próximos meses si no se pone en marcha un plan. Estamos
tratando de hacer arreglos por nuestra parte para pagar a nuestro personal,
pero es un problema mucho más general, porque ninguna administración puede
pagar a sus empleados. En este momento, la gente está trabajando sin cobrar. Y
esperamos muchos daños a muy corto plazo”, subraya.
Una economía paralizada
Hasta la fecha, la nueva administración talibán no tiene
forma de afrontar la crisis. Los talibanes están desesperados por dinero tras
la suspensión de la financiación del Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Central de Estados Unidos. La economía está
paralizada, en un país que fue apoyado a brazo partido por las instituciones
internacionales, con más del 60% de su presupuesto no militar procedente del
extranjero.
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