En junio pasado Yolanda Orozco falleció de sobredosis por
una pérdida de una de las cápsulas que llevaba en su estómago. La defensora
oficial Clarisa Galán invitó a replantear la persecución del tráfico de drogas.
El nombre de Yolanda Orozco ya no resuena en la vida pública
salteña, pasado el impacto inicial del hallazgo de su cuerpo, el 21 de junio
último, abandonado entre unos pastos al costado de la ruta provincial 26 a
minutos de la ciudad de Salta, en el departamento Cerrillos, zona de valles.
La investigación determinó rápidamente que transportaba 78
cápsulas de cocaína en su estómago y la pérdida de una de ellas le provocó la
muerte por sobredosis. Además, llevaba casi un kilo de la misma droga adosada a
su cuerpo. También se comprobó que tenía antecedentes de "capsulera",
"mula", correo humano para el transporte de estupefacientes.
La fiscal provincial de la Unidad Fiscal Especializada en
Violencia contra las Mujeres, Mónica Poma, que intervino inmediatamente tras el
hallazgo del cuerpo, dio participación al Ministerio Público Fiscal federal por
la cuestión de la droga. Aunque el Ministerio Público Fiscal de Salta informó
que Poma continúa investigando lo atinente a la muerte, a la o las personas que
la abandonaron en la ruta. Pero como la fiscala provincial decretó el secreto
de las actuaciones, no hay más información sobre la investigación.
Se sabe muy poco de Yolanda, como si la muerte la hubiera
querido llevar como vivió, tratando de pasar desapercibida, para poder ejercer
la actividad que finalmente la mató: oficiar de correo humano para el
transporte de drogas.
Yolanda, de 32 años, había nacido en la frontera. Era
oriunda de Yacuiba en el paso internacional que une a Bolivia con Argentina.
Por una hermana que vino a buscar su cuerpo se supo que tenía tres hijos y que
la mayor habló con una mujer que llamó a la familia para avisar que la joven
estaba muy mal, y luego no tuvieron más comunicaciones. La familia apunta a una
mujer de Yacuiba.
Aún adolescente, Yolanda fue detenida por las autoridades
argentinas el 24 de octubre de 2007, cuando transportaba 154 cápsulas de
cocaína y se manejaba con un documento de identidad adulterado. Como era menor
de edad la declararon responsable y la eximieron de la pena.
Luego, cuando ya era mayor de edad, fue detenida otra vez,
en Tucumán, y fue condenada a cuatro años de prisión. Cuando murió llevaba
apenas tres meses fuera de la cárcel, donde había conocido a su pareja.
Cápsulas otra vez
La modalidad de transporte de estupefacientes en cápsulas
había caído antes de la covid-19, pero la pandemia también incidió en el
narcotráfico y una vez liberado el tránsito y las fronteras internacionales, se
retomó esta práctica, explicó a Salta/12 Clarisa Galán, coordinadora de la
defensa oficial federal en Salta y Jujuy.
La defensora aclaró que no es “una especialista en la lucha
contra el narcotráfico", pero por su función está en condiciones de
afirmar que hubo "un incremento de este tipo de modalidad de transporte de
estupefacientes o de cómo se está moviendo el estupefaciente, sobre todo con la
utilización de gente realmente de condiciones sociales, culturales, familiares,
personales de extrema vulnerabilidad".
Galán especuló con que el aumento de esta modalidad
"tiene mucho que ver con que durante mucho tiempo (…) estuvieron cerradas
las fronteras y debe haber habido una acumulación si se quiere de
estupefaciente que quedó como quieto", y ahora que se reabrieron las
fronteras "están mandando yo creo que toda la droga que estuvo frenada
todo este tiempo sin poder moverse y entonces están captando mujeres para hacer
estos traslados". Entonces "el gran narcotráfico lo que está haciendo
es agarrarse de cualquier cosa, digo cosa en términos casi literales porque
para ellos las personas, los humanos, sobre todo las personas que son
utilizadas como correos humanos, son claramente cosificadas para hacer este
traslado”.
Otra característica que se notó en este último tiempo es la
gran cantidad de mujeres detectadas transportando drogas a pequeña escala,
adosada a su cuerpo o en su interior. La defensora lo explicó: "por
definición, por su condición de género, conforme lo establecen las Reglas de
Brasilia, donde se dan pautas de cuáles son las personas con mayores
características de vulnerabilidad, las mujeres ya parten de una situación de
mayor vulnerabilidad", porque "tienen generalmente los deberes de
cuidado a su cargo”, que abarcan “el cuidado de sus hijos, de los familiares
enfermos, cuidado de padres".
Con la experiencia de su defensoría, Galán calculó que el
90% de las mujeres en conflicto con la ley penal es por droga. Salta tiene
desfederalizado el microtráfico, pero la justicia provincial no discrimina los
datos de las personas detenidas por género. La defensora federal describió que
por lo general las mujeres son usadas como correos o para acompañar a un
hombre, utilizadas en este caso "para evitar los controles".
Galán destacó que como defensora trata de visibilizar esta
situación. Pero, opinó que "no hay lucha contra el narcotráfico real en
tanto que nos quedemos solo con los correos humanos, (mientras) se reaccione
con posterioridad y se castigue a estas personas cuya dignidad humana está
prácticamente conculcada, y además, con esta situación de pobreza que se agravó
muchísimo también por el covid". "En rigor de verdad quienes deben
ser perseguidos para desestructurar el narcotráfico son aquellos que las
cooptan”.
Estado de necesidad
El deber de cuidado que recae sobre las mujeres les
dificulta el acceso a trabajos formales e informales y en la pandemia "las
mujeres son aquellas que tienen que terminar saliendo a cubrir esas
necesidades, y es ese estado de necesidad el que es aprovechado por el
narcotraficante".
La defensora puso como ejemplo a seis mujeres detenidas en
días cercanos a la muerte de Yolanda Orozco, cuando viajaban en un ómnibus de
un tour de compras desde la ciudad de Orán a Buenos Aires. Cinco llevaban
cocaína adosada a sus cuerpos o en sus calzados y la sexta fue señalada como la
organizadora del grupo. Sus historias son "una más triste que la
otra", destacó la defensora. El marido de una de ellas "murió por
covid y ella quedó a cargo de sus hijos", otra con "hijos que han
fallecido también, o familiares enfermos, es casi un patrón personal y de
situación social y cultural que se va a repitiendo".
E insistió en que sobre todo las mujeres "salen a
responder con las necesidades básicas insatisfechas”, como “la alimentación, ya
ni siquiera hablamos de la educación, directamente la alimentación" y ante
la necesidad reciben "ofrecimientos paupérrimos de dinero" por el
transporte de drogas. "Son el último eslabón, son las que están más
expuestas, y en condiciones además ultra precarias inclusive para la
distribución de la droga”.
Destacó que la desvalorización de estas vidas es tal que en
el caso que usó de ejemplo “utilizaron cinco, seis mujeres para transportar 5
kilos de cocaína", que "si bien no es poco, para las cantidades que
estamos acostumbrados acá a ver en el norte de ingreso por la frontera de
droga, realmente la utilización de cinco mujeres para esta cantidad es
demostrativa de lo poco que vale la libertad y la vida de estas mujeres".
Porque "las penas para ellas son altísimas y van a estar posiblemente
muchos años presas, con sus familias en una situación mucho peor de la que
ellas dijeron tratar de mitigar”.
La defensora señaló que generalmente el narcotráfico
contacta a estas mujeres en lugares de trabajo precarizados, como ferias de
trueque, puestos de venta de frutas, comidas o jugos. O las buscan en los
hospitales, porque los narcos van "adonde está la gente desesperada".
"El narcotráfico funciona, así como lo peor del capitalismo también, o
sea, toman las reglas del mercado legal, se vale también de mano de obra más
barata, porque ante la desesperación, gente que no sabe leer, que no fueron al
colegio, que jamás van a poder alcanzar otro trabajo, también son mucho más
vulnerables, mucho más fáciles de captar y oponer resistencia también".
NOTA DE APOYO
La perspectiva de género es definitiva
La breve vida y la muerte de Yolanda Orozco, exhibe las
falencias de la persecución del delito en Argentina. Dos veces el sistema puso
sus ojos sobre ella y hasta la encerró, pero la devolvió a la misma vida que la
había llevado a la cárcel. “Qué pasó que esta chica, estuvo presa y la cárcel
no sirvió para... al contrario, lejos de servirle para resocializarla, la
hundió más todavía en la desesperación que la llevó a hacer lo mismo que
finalmente terminó con su vida”, reflexionó Clarisa Galán.
Asimismo, la defensora sostuvo que "tiene que existir
una perspectiva de género para poder visibilizar cuáles son las reales
dificultades o vallas que se tienen en las mujeres no solo por su contexto
social, sino por ser mujer", porque entre una mujer pobre y un hombre
pobre, "el hombre tiene muchas más herramientas para poder manejarse
aunque sea dentro de ese sistema de pobreza".
Consideró que hace falta instruir sobre esto "y
visibilizar criterios, y usar y tomar decisiones con perspectiva de género que
puedan visibilizar esas diferencias". Y dado que en el derecho penal
"la pena se construye con la culpabilidad y con la libertad que uno tiene
de elegir una conducta alternativa de derecho, entre dos personas que están en
la misma situación de pobreza, por ejemplo, cuánto menos libertad para elegir
una conducta alternativa de derecho tiene la mujer desde el momento en que por
lo pronto para paliar esas necesidades básicas insatisfechas tiene muchos
recursos. Y eso lo sabe el narcotráfico por eso se aprovecha de eso".
"Si no se visibilizan estas cuestiones la lucha contra
el narcotráfico cae en saco vacío". La solución "no va" por la
detención de las correos porque "atrás de esas mujeres, además de lo
injusto que podría ser, hay miles de personas en esa situación que van a ser
utilizadas por quien las endosó de una manera totalmente inhumana". Es
decir que "no valen nada la vida de esas mujeres, la libertad, y la vida
porque en definitiva van a quedar acá presas cuatro años sin poder ver" a
sus hijos. "Semejantes valores, la vida, la dignidad humana, se pierden o
se ponen en riesgo por un kilo de droga que para el narcotraficante no es
nada".
"Estas mujeres son totalmente despersonalizadas, para
ellos no es una mujer con nombre y apellido, es un correo humano, es una mula,
más allá de que no sea capsulera, es una mula porque el cuerpo de esa mujer es
utilizado de una manera totalmente despersonalizada, por quizás 200 dólares que
para el narcotráfico no vale nada".
Hablando de desprecio por la vida, la defensora volvió a
Yolanda Orozco: "El mensaje, lo que comunica, la tiraron como a un perro
en la ruta, es la despersonalización, la indignidad absoluta de su cuerpo, es
como, obviamente que las capsuleras son la peor expresión de las mulas, de
tener el cuerpo como mero traslado". Su situación económica es tan
precaria que solo tienen defensas oficiales, y "si (los narcotraficantes)
les ponen un abogado generalmente es para controlar que no manden al frente a
nadie". "Entonces las dejan así, a la deriva, casi que tiradas en la
ruta, lo que pasó con esa chica es obviamente la expresión más cruenta pero en
definitiva simbólicamente es lo mismo con estas chicas, totalmente abandonadas
a su suerte".
"En el mundo hay que plantear la lucha contra el
narcotráfico, a quién vamos a perseguir, si la elevación de penas tiene algún
sentido, porque acá se elevaron las penas, se sacaron las libertades
condicionales, ya nadie puede acceder, un homicida puede tener libertades
condicionales o a beneficios de la progresividad de la pena en términos de la
reinserción social, pero si sos mula, no". Y con esto se logró que las
penas de drogas sean "altísimas pero las únicas que están expuestas a eso
son este tipo de personas, son a las que mandan con el contacto con la
droga", sostuvo la defensora.
Otra vez sobre Yolanda, dijo que siente tristeza por
"la imposibilidad de salir de ese círculo, porque la modalidad de las cápsulas
es meterte una bomba adentro". "Cada cápsula que se traga es como una
ruleta rusa". Y se preguntó "cuánto poder de decisión tuvo realmente
como para volver y asumir una conducta que le llevó la vida".
Bolivia replica modelo punitivo sin respuestas
Los mismos sesgos evidenciados en el sistema judicial
argentino y el planteamiento de persecución al narcotráfico se replica en
Bolivia, donde jóvenes de apenas 27 años pueden ser enviados a prisión 10 años
por transportar un kilo de marihuana, que es legal en muchos países del
entorno, mientras algunos de los grandes capos del narcotráfico nacional,
perfectamente identificados, se mantienen en libertad en diferentes litigios.
Por lo general, las causas contra algunos de los más
importantes operadores del mercado ni siquiera se abren por narcotráfico, sino
por legitimación de ganancias ilícitas o alzamiento de bienes. Hacer
ostentación en las redes puede salir más caro que afectar a las familias.
La Ley 1008, con sus penas y su tipificación, sigue vigente
a todos los efectos en el país aun con las reformas edulcoradas. La realidad es
que se sanciona más al transportista que al productor. Es recurrente escuchar
al líder de la oposición, Carlos Mesa, hablar sobre abrir un debate sobre la
penalización de las drogas, sin embargo, la propuesta no madura.
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