No imagino otro
tipo de atención más devota que aquella que se profesa por medio de la
constancia y, a pesar de la indiferencia del admirado, seguir admirando.
Sospecho, en cambio a un devoto, Gonzalo Chávez: lavado, peinado y planchado el
sábado 22 de enero a las 6:30 de la mañana frente a su televisor, al lado suyo
la Constitución del 2009 y su libro del Modelo Económico Social Comunitario
Productivo, a la espera del discurso presidencial.
Y es que,
analizando un poco, no existe un admirador del presidente Arce más evidente que
Chávez. Pareciera que su crítica “mordaz” está totalmente dirigida a cualquier
ser humano que ostente la banda presidencial, con la salvedad que esta crítica
y opinión, desde hace 14 años, es un cúmulo de criterios que no han conseguido
la notoriedad deseada por el propio Chávez.
Ahora bien, la
admiración demostrada al presidente Arce pareciera más intensa por el hecho de
no generar ningún tipo de reacción ni en el actual gobierno ni, peor aún, en el
primer mandatario. “La indiferencia mata”, dicen, pero seguramente a Gonzalo
Chávez le genera demasiado malestar el asumirse dueño de la verdad y, desde la
teoría, opinar en televisión, radio, periódicos, Facebook y TikTok para darse
cuenta de que, luego de tantos años, sus mismas teorías que vaticinaban y
vaticinan el descalabro del Estado no se han cumplido y, por si fuera poco, no
fueron tomadas en cuenta para la gestión pública. A llorar al río.
Es interesante
formularse ideas sobre hechos fácticos y generar soluciones en la cabeza, pero
este es un ejercicio mental, énfasis en lo segundo. La realidad es diferente.
En el camino, surgen condiciones y factores fuera de la planificación o de la
idealización y es por eso que seguramente el análisis de Chávez no aporta
beneficio alguno a la gestión de la economía boliviana, porque es un análisis
basado únicamente en el marco de las teorías asimiladas y, en consecuencia, totalmente
ajeno la realidad.
Si yo utilizo
teorías, variables y el fondo de la biblioteca de mi casa atestada de libros en
mis entrevistas, lo propio no me hace un referente a considerarse para la
gestión pública. Efectivamente, puedo aparentar la semblanza de un académico,
pero hasta ahí. Si nunca he puesto en práctica la teoría que exuda mi ser, no
puedo ser consciente de las condiciones propias de cada realidad, aquellas que
surgen dinámicamente y que, en su especificidad, exigen aprender a darles solución
sobre la marcha.
En la jerga
futbolística, que es otra justa analogía al caso, diríamos que Gonzalo Chávez
es un hincha, y los hinchas no juegan. Gritan, saltan, alientan, reniegan desde
las tribunas, conforman sus equipos y tienen sus ídolos. En la economía
boliviana, él juega ese papel. Es un hincha devoto de sus ídolos, fanático
religioso del Modelo Económico Social Comunitario Productivo y de su creador.
Comunicador
@carloscamargo
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