EL DEBER/
Los corredores tradicionales son por Argentina
y Chile. Brasil sigue siendo la vía más utilizada. Paraguay es la más cotizada
para negociar con la mafia de Medio Oriente. El Caribe es la nueva ruta de la
cocaína. El Chaco tarijeño se convirtió en una zona roja del narcotráfico.
La cocaína “cocinada” en Bolivia tiene cinco
corredores de salida, dos más a comparación de años anteriores. Brasil es el
destino más utilizado, pero ahora está de moda la vía a Paraguay por el negocio
con las mafias de Medio Oriente. Argentina y Chile se mantienen como rutas
tradicionales y ahora se descubrió una nueva vía hacia el Caribe, y desde ahí
la droga pasa a Estados Unidos y Europa. La pasta base llega de Perú, pero
también hay producción de cocaína en suelo boliviano.
La ruta a Paraguay está en plena
consolidación. El Chaco tarijeño se convirtió en una zona roja del
narcotráfico. Según informes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el
Narcotráfico (Felcn) existen laboratorios de refinación de cocaína y pistas
clandestinas.
Esto se debe a una razón. El corredor a
Paraguay. La triple frontera que la comparten Brasil, Paraguay y Argentina se
convirtió en un paso obligado del cargamento de la cocaína boliviana. Los
negocios en esa zona son dominados por las mafias brasileñas. Están presentes
el Primer Comando de la Capital (PCC) y el Comando Vermelho, grupos que se
disputan el área. Estas bandas criminales hacen el negocio con similares de
Medio Oriente, como emisarios de Hezbollah libanés. Esta facción se encarga de
llevar la droga -que también llega desde Colombia- hasta Europa y Asia.
Desde la triple frontera trasladan la cocaína
boliviana a Brasil o Argentina y de ahí en cargamentos, por lo general de soya,
se “exporta” la droga a puertos europeos y de Medio Oriente.
Triple frontera
Un informe de la Policía paraguaya muestra las
operaciones que se hacen en la triple frontera con la cocaína que llega desde
Bolivia y Colombia, aunque también de Perú. El documento establece también que
la droga boliviana desembarca en Paraguay luego de la navegación por la
hidrovía Paraná-Paraguay.
En la “frontera caliente” el crimen está en su
auge. Las bandas están en plena disputa del área y buscan “socios” en Medio
Oriente y Asia, destinos difíciles para enviar la droga boliviana.
El Hezbollah estuvo desde siempre conectado
con el negocio de las drogas. Su feudo, el Valle de Bekaa, en Líbano, es una de
las mayores regiones productores de opio y hachís del mundo. También aprovechan
las antiguas rutas de traficantes hacia Europa para obtener buenas ganancias.
La DEA, la agencia antidrogas estadounidense, identificó en 2016 una estructura
jerárquica dentro de Hezbollah que está a cargo de sus operaciones ilícitas, al
menos, desde 2007.
Además, se identificó negocios con mafias
latinas, como el cartel de Los Zetas de México y la Oficina de Envigado, de
Colombia.
Al respecto, el ministro de Gobierno, Eduardo
Del Castillo, afirmó que Bolivia se convirtió en un país de tránsito de la
droga peruana y que en el territorio nacional se instalaron laboratorios que
refinan la cocaína.
“En las pistas destruidas se habrían
encontrado gran cantidad de Avgas, que es el combustible que se utiliza para
las distintas avionetas, lo que demuestra una vez más que Bolivia es un país de
tránsito de la droga que viene procedente del país vecino de Perú y luego iba a
ser trasladada al país vecino del Brasil o a otros países”, aseguró Del
Castillo.
Según el informe oficial paraguayo, aparte del
PCC y del Comando Vermelho, existen otros grupos menores que negocian la
cocaína con mafias del Medio Oriente. En estos grupos hay los llamados
“carteles criollos”, que son de Bolivia y Perú.
Una nueva ruta que abrió el narcotráfico tiene
como punto de conexión el Caribe. Desde pistas clandestinas en el oriente
boliviano sale la cocaína refinada rumbo a países centroamericanos y desde ahí
a Estados Unidos y también a Europa. En el último tiempo se conoció que el
exjefe antidroga Maximiliano Dávila, según un informe de la DEA, ofreció
“seguridad armada” y “protección al cargamento de cocaína con un agente del
orden boliviano que estaría a cargo de custodiar aviones y su carga en
aeropuertos”.
El destino era República Dominicana y de ahí
gran parte de la droga se iba a Estados Unidos, pero también a Europa. En un
informe de la Unidad de Antinarcóticos de la Policía de Colombia se establece
que la cocaína boliviana y colombiana también tienen como puerto intermedio a
Venezuela y Ecuador, de donde la sustancia parte a Centroamérica.
El más utilizado
Brasil sigue siendo el corredor de drogas más
utilizado por los narcos desde Bolivia. En esta vía se consolidó la “ruta
africana”, según un estudio de la Felcn. Cabo Verde, un país conformado por
islas en África, es el punto intermedio de la cocaína que “exportan” las mafias
desde suelo brasileño y, también, venezolano.
“Cabo Verde se convirtió en un país de
tránsito de sustancias controladas. En estas islas no hay mucho control y luego
la sustancia va rumbo a Europa, por lo general a España y Portugal”, dice el
informe-estudio de la Felcn. En Brasil son dos mafias las que manejan el
negocio de las drogas: el PCC y el Comando Vermelho.
La mayor parte de la cocaína boliviana llega a
Brasil en avionetas a pistas clandestinas, pero también se utilizan los pasos
fronterizos ilegales para transportar las sustancias en vehículos.
Argentina y Chile son “rutas tradicionales” de
la cocaína boliviana. Según la Felcn, al territorio argentino la droga pasa en
avionetas y también se aplica la modalidad de “mulas”, que son las personas que
llevan la droga al interior de su cuerpo o en sus maletas.
En el norte argentino la Gendarmería del
vecino reveló que existen avionetas procedentes de Bolivia que lanzan bolsones
de cocaína en terrenos privados.
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