Imagínese usted
como un juez que debe definir si una mentira es justificable o no. Para
mí la condena podría depender de la intención y del efecto sobre la vida de los
demás.
Mi pareja me
contaba que un amigo le contó que cuando tuvo la COVID-19, por unos días,
mintió sobre su estado porque le daba vergüenza. No quería ser juzgado.
Simplemente se encerró. Cuando mi primo fue internado en terapia
intensiva le mentimos a mi tía para que la noticia no la “arrebatara”.
Mentimos desde muy temprano en la vida y les mentimos a nuestros seres amados
desde muy temprano también.
Acaso no es mentir
o mentirse, decirles a nuestros hijos que no fumen con un cigarrillo en nuestra
mano. No es una forma de mentir o mentirse decirles que ordenen su cuarto y
respeten las reglas, cuando nosotros nos pasamos junto a ellos el semáforo en
rojo. O cuando nos llaman por teléfono pedirles que digan que no estamos disponibles.
La primera víctima
cuando llega la guerra es la verdad. La verdad es herida y asesinada, cuando
manipulan los datos para obtener otros resultados ya sea en indicadores para
pagar doble aguinaldo o en mesas de votación donde votaron hasta muertos.
Tenemos tantos seguidores del “miente, miente que algo quedará”.
¿Nadie nos dice el
valor de la verdad acaso? ¿O nos enseñan “sin querer” el valor de la mentira?
¿Podríamos reivindicar la mentira como un valor moral en algún caso?
Probablemente es tiempo de repensar los valores. Tal vez no es un anti valor en
sí misma.
Sin embargo, como
esos conceptos o realidades que alguien bautiza como teórico-abstractos,
aquellos de los cuales no es dable afirmar ni negar su existencia, ocupan hace
decenios al ser humano y tal vez inútilmente, mi opción es discutir u ocuparme
de lo que me es urgente aquí y ahora.
La mentira,
adquiere relatividad en el uso que se le otorga o que motiva usarla. Es decir
una mentira que no busca engañar en sí misma, sino proteger y defender,
probablemente no sea tan condenable. La clave es entonces la intención de quien
la expresa.
Mentir para
burlarse, para apresar gente, para engañar y para hacernos creer a todos que
fue golpe, para fines mezquinos, no pasaría la prueba en el juzgado de las
mentiras.
DINO PALACIOS
Doctorante en
Ciencias Políticas y Jurídica.
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