HUMBERTO VACAFLOR GANAM
El presidente Luis Arce culpa a “la derecha” de protestar por la falta
de la segunda dosis de la vacuna rusa, cuando en realidad él es el culpable de
haber elegido una vacuna de un proveedor de dudosa reputación.
En Argentina hay 3,3 millones de personas que esperan la segunda dosis
de la vacuna rusa y en Bolivia ni siquiera se sabe cuántos son, pero la verdad
es que el régimen ruso ha mostrado que en su país siguen las secuelas de
setenta años de comunismo.
Como el régimen soviético prohibía las protestas, la libertad de
expresión y nada se sabía de su realidad, es probable que, con el mismo
criterio, Vladimir Putin, que fue el jefe de la KGB, quiere manejar a los
países de la órbita rusa que han surgido en América Latina.
Eso que el presidente llama “la derecha” son en realidad todos los
ciudadanos que estábamos esperando la llegada de la segunda dosis, que no llegó
y quizá no llegue nunca. Esa no es ninguna provocación, por favor.
Lo que sí debería hacer el presidente, en lugar de decir tonteras sobre
la vacuna, es revelar el contenido de la “cláusula de confidencialidad”
referida al pago que debe hacer el país por este tan pésimo servicio.
Si un proveedor falla en la entrega del producto por el que se pagó, en
cualquier parte del mundo se lo lleva ante la justicia y debe pagar una multa,
que debe estar incluida en el contrato, después de la cláusula de
confidencialidad.
Pero tiene que decir algo acerca de la revelación que hizo The
Economist Intelligence Unit: Rusia quiere que Bolivia le entregue, a cambio
de las vacunas, territorios donde existen “tierras raras”.
El Parlamento tendría que pedir al presidente que revele cómo se pagó a
Rusia por las vacunas. Y si se trata de los territorios mencionados, pues
deberá informar en qué departamentos están, qué extensión tienen y cuál es la
vigencia del contrato, medida en décadas o en años.
Que le llame “la derecha” o “la izquierda”, pero son cosas que los
bolivianos deseamos conocer. Y si no quiere, pues que dimita y reconozca que se
equivocó con la vacuna rusa, un “error” que ha provocado miles de muertes. Un
genocidio.
El autor es periodista.
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