El 6 de septiembre de 1986, el país se estremecería por el asesinato del
científico cruceño, Noel Kempff Mercado, precisamente en el centro de uno de
los tesoros naturales más hermosos de Bolivia: las serranías de Caparuch.
Pero el escándalo sería mayor porque los asesinos eran los
narcotraficantes que operaban de forma libre e impune en esas serranías, y lo
hacían con laboratorios de fabricación de cocaína con alta capacidad de
producir la droga. El gobierno de entonces sabía de esos movimientos, pero no
se hizo nada.
En los círculos sociales de Santa Cruz de los años 80, los narcos se
paseaban por fiestas, reuniones sociales, eventos artísticos y hacían
ostentación de su poder económico. La muerte de Noel Kempff nos interpeló y nos
hizo reaccionar para rechazar y cuestionar al Estado de su indiferencia y
negligencia criminal. En homenaje a él luego se denominó a ese entorno natural
como Parque Noel Kempff.
Hace algunos días, los medios de comunicación informaron del
descubrimiento de dos enormes laboratorios en el Parque Noel Kempff Mercado,
los cuales tienen una capacidad de producir media tonelada de cocaína por día.
Es hartísima droga, una superproducción, que no solo se destinaba al mercado
local, sino también a los mercados de EEUU, Latinoamérica y Europa.
Todos los días la prensa informa de operativos referidos al decomiso de
cantidades enormes de cocaína. ¿Qué significa ello? Que la fabricación y la
producción de la pasta base y del clorhidrato de cocaína no ha parado ni un
solo día, generando una oferta a gran escala.
En el último informe sobre el consumo mundial de drogas, la Oficina de Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por su sigla en inglés) en Bolivia,
alerta que ha habido un crecimiento importante del consumo de varios tipos de
drogas, debido al encierro de la cuarentena, las nuevas rutas del narcotráfico
y sin duda, la superproducción.
“Los grupos marginados y en situación de vulnerabilidad, jóvenes,
mujeres y personas en situación de pobreza pagan el precio por el problema
global de las drogas. La crisis por la Covid-19 y la recesión económica
amenazan con agravar aún más los efectos de las drogas en un momento en que
nuestros sistemas sanitarios han sido llevados al límite y nuestras sociedades
están luchando para hacer frente a esto”, afirmó la Directora Ejecutiva de la
UNODC, la Señora Ghada Waly.
Pero más allá de los datos que puedan arrojar informes oficiales, la
sociedad y el Estado Plurinacional debemos reconocer que en Bolivia hay una
realidad concreta y pavorosa: la drogadicción que va en aumento,
constituyéndose en la otra pandemia que no queremos asumir en su magnitud y en
las consecuencias que viene acarreando.
El descubrimiento de fábricas, de camiones llenos de droga, los
decomisos diarios de cocaína, solo significan un dato concreto: la cocaína se
está fabricando en sus diferentes formas y modalidades, para ser distribuida,
vendida, comercializada y consumida en los mercados nacionales, siendo las
ciudades de El Alto, Sucre, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, los de mayor
incidencia.
Si no reconocemos esta realidad social, ¿cómo es que vamos a mirar de
frente a las futuras generaciones? Precisamente en mi libro Desgarrados
por la cocaína, vidas y sueños de adictos , que se sumerge en el
infierno de la drogadicción, teniendo como protagonistas a hombres y mujeres
que optaron como una forma de vida el estar abandonados, rechazados, odiados y
marginados por su adicción, y decidieron contar sus experiencias, sus sueños,
sus problemas, sus hazañas y lograron sobrevivir, no todos, fundamentalmente
para decirle a usted amable lector estas profundas palabras, que se las debe
grabar, para evitar ser atrapado o que su hijo sea absorbido por los cantos de
sirena de la cocaína:
“Porque si reconoces que eres drogadicto, que necesitas la droga para
estar bien, que a veces tienes que delinquir para conseguir el éxtasis a través
de un gramo de cocaína, la verdad te perforará los intestinos y caminará por tu
alma y se afincará en tu cerebro. La verdad, siempre la verdad”, es el
testimonio de Richard.
“No hay palabras para describir esa fuerza poderosa que te invade,
quizás pueda compararse con ver a Dios o estar en la punta del universo”,
testimonio de Jorge Arturo.
“La droga te encuentra a vos, si quieres y si gustas, y la puedes
adquirir en el lugar menos indicado”, testimonio de Luis.
“Durante años nos hemos dejado atrapar por el vicio y nos resistimos a
que ustedes nos cobijen y atrapen, si solo hacernos el bien a nosotros, que
somos desgraciados y en esta sociedad, que nos ha empujado hacia esta realidad
infernal”, testimonio de Silvia.
Estos testimonios son poderosos, son reales. Ahí están el narcotráfico y
la pandemia, delito y pandemia que van de la mano, y sigilosamente avanzan y se
incrustan hasta el fondo de la sociedad y del Estado Plurinacional de Bolivia.
El autor es periodista y licenciado en filosofía.
No hay comentarios.: