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marzo 18, 2020

Así se fundó San José de Pocitos

El acta redactada en la primera asamblea vecinal del 19 de marzo de 1949 testimonia el espíritu de las familias que se organizaron en la frontera sur del país, con la perspectiva de crear legalmente un pueblo dueño de su destino y con gobierno local propio.
Todo empezó un año antes, esa estrecha tierra llena de vegetación y con algunas enramadas situadas en puntos dispersos de la espesura fue desmontada a fuerza de machete y hacha por las personas que llegaron para trabajar en el comercio y el bagallo. Consiguieron establecerse en el lugar al menos unas cincuenta familias hasta los primeros meses de 1949. Esos días fueron agitados para los nuevos pobladores de esta frontera, los representantes de las familias se reunían casi diariamente promoviendo la idea de fundar una nueva villa; en esas largas discusiones, que a veces se convertían en amenas tertulias, llegaron a comprender cuáles eran los procedimientos legales y los pasos para que el paraje llamado Pocitos figure en el mapa de la provincia Gran Chaco.
En la búsqueda de mejores días, las familias colindantes fácilmente forjaban lazos de amistad y solidaridad, todos cooperaban para la buena marcha de la nueva comunidad. La casa de doña Victoria López y su esposo don Rogelio Wayar fue uno de los sitios que albergó las reuniones vecinales; asimismo, estas concentraciones organizadas para analizar la idea de consolidar el nuevo pueblo, según Ramiro Díaz, tuvieron lugar también en la vivienda de don Daniel Aramayo. La principal preocupación en la colectividad era el reconocimiento legal de la zona, todos entendieron que éste era el paso más importante para lograr que las autoridades del departamento de Tarija y del Gobierno Nacional atiendan las grandes necesidades que tenían al establecerse en una zona con una vasta naturaleza de bosque húmedo y una configuración casi selvática, con presencia de algarrobos, sauces, lapachos y otras especies arbóreas difíciles de voltear.
Luego de varias reuniones, decidieron convocar a la sesión que fue el acontecimiento más importante del pueblo y el antecedente histórico fundamental para la promulgación del Decreto Supremo Nº 3026, que eleva a San José de Pocitos a rango de cantón en el año 1952. No tardó mucho en llegar esta fecha, aproximadamente unas noventa personas, casi dos por cada una de las familias que vivían en la zona de frontera, el 19 de marzo de 1949, participaron en una asamblea asumiendo, entre sus principales resoluciones, la decisión de fundar una nueva villa y elegir por voto nominal a la primera junta vecinal que recibió el mandato de iniciar los trámites para el reconocimiento legal del poblado y luchar por las necesidades de sus habitantes en constante crecimiento. Esta junta tenía que presentar un pliego de peticiones ante las autoridades de Yacuiba y el Gobierno Nacional, entonces presidido por Enrique Hertzog, requiriendo soluciones y atenciones a todas las necesidades esenciales, como así también a las exigencias legales para la jerarquización de Pocitos como un cantón en la provincia Gran Chaco del departamento de Tarija.
Por entonces, como aconteció durante el periodo colonial, persistía en el imaginario colectivo la idea de que las villas eran las concentraciones poblacionales precedentes a la conformación de las ciudades más importantes. En concomitancia, en esta zona está emplazada una de las congregaciones urbanas fronterizas más significativas del sur de Bolivia, una jurisdicción que fue constituida por sus habitantes como un nuevo pueblo con un dominio territorial muy bien delimitado y que mantiene desde sus inicios rasgos propios de identidad cultural y modos de vida. No obstante, si bien la población fue reconocida como cantón, quedó pendiente para las nuevas generaciones la tarea de lograr su autonomía, puesto que para temas de gestión pública y desarrollo urbanístico, pasó a depender de la administración municipal de Yacuiba, llegando tan sólo a contar con una Subalcaldía.
Con todo, el acta del 19 de marzo de 1949 es fuente primaria y fundamental que testimonia la fundación de San José de Pocitos y refleja en su contenido, el espíritu de las familias que se organizaron en esta frontera con la perspectiva de crear legalmente una unidad territorial con gobierno local propio, un pueblo dueño de su destino.
Como correspondía, las nuevas generaciones recogieron ese anhelo y la asumieron como una demanda histórica de la población. El diario El Periódico de Tarija informó en febrero del 2019, que los pociteños pusieron en marcha la tramitación para conformarse en un nuevo municipio. A través de este medio, Marco Antonio Cardozo, apoderado y representante legal del Comité Impulsor para la creación del municipio de San José de Pocitos, expuso detalladamente que la población cumple con todos los requisitos.
En ese orden, el texto redactado por el secretario de la mesa directiva interina, en la reunión convocada para elegir a los integrantes de la primera dirigencia vecinal, quedó en la historia de Pocitos como el acta de fundación de la población. Lo corrobora así el Decreto Supremo del año 1952, que eleva a la localidad fronteriza al rango de cantón; como del mismo modo, mucho más tarde, el año 1999, tomando como referencia el 19 de marzo de 1949, San José de Pocitos, por sus 50 años de creación, recibió del Senado Nacional la Condecoración Parlamentaria Nacional en el grado de Bandera de Estaño. Y, a estas evidencias, se suma la Declaración Camaral aprobada por los senadores de la Asamblea Legislativa Plurinacional al conmemorarse el 19 de marzo de 2018 los 69 años de fundación de la población fronteriza de San José de Pocitos en el municipio de Yacuiba.
 “En reconocimiento a uno de los puntos fronterizos más importantes del sur del país, pueblo pujante que a través de los años se ha convertido en un factor determinante para el desarrollo, integración y comercio entre la República Argentina y el Estado Plurinacional de Bolivia”, es la frase con la que destaca el Senado rememorando la reunión de los representantes de las familias asentadas en la zona de Bolivia, que limitaba con la localidad de Salvador Mazza de la República Argentina, con la finalidad de crear la villa de Pocitos.
El acta de fundación de la villa de Pocitos es un manuscrito obrado con tinta y pluma en dos hojas de papel cuadernillo lineado. Este documento, con huellas de polvo, humedad y muestras del deterioro considerable que sufrió con el transcurrir del tiempo, aún conserva intacta una gran parte de su contenido. De su lectura, lo primero que se puede constatar, es que en la reunión participaron más de 90 personas; sin embargo, rubricaron el acta únicamente 40, es decir, un representante por cada una de las familias.
Asimismo, es posible percibir en el espíritu de la reunión, una determinación colectiva e indiscutible de la gente que llegó a trabajar por establecerse definitivamente en la zona de frontera y hacer lo necesario para que sea más habitable. En definitiva, el tenor del acta original, que los fundadores de la nueva villa de Pocitos boliviano redactaron el sábado 19 de marzo de 1949, refleja esa voluntad colectiva unánime de fundar un nuevo pueblo y luchar por el bienestar de las familias que se reconocieron como pociteñas; de ahí que, fue necesario sumar esfuerzos para conseguir mejores condiciones de vida.
El documento señala que la asamblea fue convocada para la formación de la mesa directiva de la Junta Vecinal, entidad que recibió el mandato de impulsar el reconocimiento legal de la nueva villa y de solicitar ante el Gobierno la atención a sus principales necesidades. Fueron elegidos como: presidente, por mayoría de votos, el señor Horacio Franco, con 91 votos; asumió la suplencia, en minoría, el señor Laureano Quintanilla; quedó designado como secretario general, el Sr. Sócimo Padilla, quien resultó con 91 votos; como Tesorero, el señor Rogelio Wayar, con 95 votos. Todos fueron posesionados en sus respectivos cargos bajo el juramento de rigor.
Como todo gran acontecimiento, la fundación del pueblo fue celebrada ese mismo día según las tradiciones y costumbres de la zona. De acuerdo a los relatos de doña Ceferina Zamora, los vecinos que vivían en el lugar fueron a Pocitos argentino y se prestaron la imagen de San José de una familia que vivía al otro lado de la frontera. Cuando llegó la imagen oficiaron una novena de oraciones en devoción del santo patrono; al no estar presente un párroco, nombraron como padrinos del pueblo a don Ernesto Mealla y a su esposa doña Elsa de Mealla; ellos oficiaron una ceremonia de bendición y organizaron la fiesta con un programa especial que incorporó las carreras de caballos, el juego de la sortija y otras actividades en la parte boliviana de la quebrada internacional. 
A partir de entonces, los habitantes de esta frontera, cada 19 de marzo realzan esta fecha, rindiendo homenaje a las personas que entregaron su esfuerzo y juventud para legar a las nuevas generaciones el pueblo que, en la actualidad, es la conexión física internacional más importante con la República de Argentina  y lugar por donde el comercio de importación y exportación se va desarrollando en forma creciente por más de 70 años.
Entrando al año 1950, la población de San José de Pocitos contaba con más de dos mil habitantes , es decir unas cuatrocientas familias de cinco miembros; y las edificaciones surgían por todo ello, algunas de ladrillo, otras de adobe y otras de palo a pique. A través de la junta vecinal, las familias que trabajaban en el comercio y el bagallo, al caer el sol o durante los fines de semana, de forma más organizada, llevaban adelante diferentes tareas como la apertura de las calles. Está registrado en el testimonio de los primeros habitantes que un ingeniero de apellido Arévalo, junto a otras personas, procedió a trazar la forma en que se organizarían las vías del pueblo especialmente la calle principal; además, ese mismo año se hizo la primera cancha de fútbol en la zona donde se encuentra actualmente la plaza. Las otras calles fueron trazándose según el criterio de los mismos pobladores y, poco a poco, esas viviendas rústicas y provisionales fueron mejorando porque sus habitantes sabían que en esas tierras tendrían un mejor porvenir. 
Sobre el nombre del pueblo, doña Juana Escalante, cuenta que la población se llama Pocitos porque el único camino que vinculaba la frontera con Yacuiba, por más de tres kilómetros, estaba lleno de pozas, charcos de agua y lodazales, lo que retrasaba el viaje de los motorizados por más de cuatro horas, resultaba mejor llevar la carga en las carretas tiradas por bueyes, puesto que era más fácil sacar este tipo de vehículos de los pantanos. “Luego llegaron los camiones Ford 4, con la fuerza que tenían resultaron ser muy prácticos para trasladar mercadería por este terreno, que permaneció así más allá de los años 60”, agregó. Otra versión registrada en el trabajo de Sergio Edmundo Guerrero, Profesor Salvador Mazza, la historia antes de su creación, señala que la zona de frontera donde se establecieron ambos pueblos fue un paraje conocido con el nombre de Pocitos, dada la cantidad de pozos existentes a lo largo de la quebrada de Guandacarenda, que fueron excavados por los grupos de indígenas bolivianos en tránsito hacia la Argentina para encontrar agua fresca a pocos centímetros de profundidad.
No obstante, ambas versiones coinciden en que el nombre se originó en la permeabilidad de sus suelos y las corrientes subterráneas de agua que escondía la tierra por el sector boliviano para, luego, hacerlas aparecer mucho más abajo en territorio argentino. Así, bastaba con hacer un pequeño pozo para conseguir líquido entre la arena de las quebradas, esta forma de buscar agua persistió hasta fines de los 40; por este motivo, durante los años 50 las poblaciones limítrofes fueron conocidas como Pocitos argentino y Pocitos boliviano, conservando este último su denominación original. San José de Pocitos está ubicado a los pies de la serranía del Aguaragüe, fuente de agua para la región húmeda del Chaco.
Lo de San José fue obra de la providencia, puesto que la primera reunión vecinal había sido programada para el Día del Padre Boliviano, precisamente con el objetivo de agasajar a los papás comerciantes y bagalleros, pero también para aprovechar la fecha en la que se podía reunir a la mayoría de los vecinos con el propósito de elegir a la primera junta vecinal y asumir algunas determinaciones velando por el futuro de la población. “Fue como una señal, se llamó así porque es el día de San José y es el día del padre, el santo que desde la primera reunión es reconocido como Patrono del pueblo, como también en su honor levantamos una parroquia que representa el trabajo pesado y la protección de la familia”, dijo doña Victoria López, en una entrevista lograda en el año 2005.

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