CARLOS FEDERICO VALVERDE BRAVO
Wilfredo Chávez, es el nombre del procurador de Evo Morales; ejerce de
abogado personal desde que el hombre huyó después de renunciar en 2019; un
procurador no es otra cosa que una “persona autorizada legalmente para ejercer
ante los tribunales la representación de otra persona en un proceso judicial”.
El problema es que Wilfredo Chávez también se llama quien está a cargo
de la Procuraduría General del Estado y es el mismo del que se escribe arriba y
eso debería marcar la diferencia, porque la Procuraduría General del Estado es
una institución de representación jurídica pública que tiene como finalidad
promover, defender y precautelar los intereses del Estado y eso es precisamente
lo que Chávez no está haciendo.
Wilfredo Chávez usa la institución para posicionar un relato que, allá
donde intenta hacerlo, entiéndase UE, NNNUU y OEA, saben muy bien qué pasó en
Bolivia los 21 días transcurridos entre las elecciones fraudulentas del 20 de
octubre y la renuncia, de Evo Morales y Álvaro García.
Chávez comienza negando las renuncias de cuatro cargos fundamentales de
la estructura de poder en el país. Resulta ocioso intentar negar que los dos
citados arriba renunciaron porque el país los vio en vivo; cínico intentar que
la gente crea que Adriana Salvatierra no renunció por decisión política (la
decisión de Evo Morales) como un acto de lealtad y militancia y, no saber que
el diputado Borda decidió su renuncia antes de que Morales haya hecho conocer
la suya, desde Santa Cruz, haciendo dejación de la presidencia de Diputados y
de su curul incluido, porque, dijo, que lo habían amenazado con secuestrar o
habían secuestrado, a su hermano (eso no queda claro porque no se sabe de ello
con certidumbre; las condiciones políticas del momento eran muy complicadas).
No debiera insistirse con eso, pero se lo hace para ir más atrás y
tratar de instalar que no hubo fraude en las elecciones, como si la OEA no
hubiera demostrado el fraude y como si Evo Morales y García Linera no hubieran
sido los únicos que, en su momento, avalaban la auditoría que después
intentaron negar.
Atentos a esto: 1 de noviembre de 2019: Evo Morales aseguraba a quien lo
quiera escuchar que la oposición y los cívicos habían posicionado la idea del
fraude, y por ello “pidió” aceptar el trabajo de la OEA. “Para saber si hubo
fraude o no, tiene que haber alguien que lo diga”, afirmó.
Por su parte, García Linera aseguraba “que la comisión de expertos de la
Organización de Estados Americanos (OEA) que realiza la auditoría a los
comicios del 20 de octubre “es confiable”, porque representa a los Estados
latinoamericanos” (Página Siete”).
“Tenemos que confiar en su transparencia y en su representación”, dijo
García Linera en la entrevista que brindó, desde Buenos Aires, al programa
Perspectivas, que se difunde por CNN en español.
Chávez, la Fiscalía y otros, soslayan el informe investigativo-policial
Caso “Tribunal Supremo Electoral 2”, Nº 201102012000148, en el que se
lee: “Tiempo anterior a las elecciones generales del 20 de octubre de 2019, se
reunían de manera privada los vocales Lucy Cruz, Lidia Iriarte, Idelfonso
Mamani y Edgar Gonzales, todos ellos formaban parte del grupo del Movimiento al
Socialismo-IPSP “Bloque Simón Bolívar”, demostrando afinidad al partido del
Movimiento al Socialismo, incluso han participado de reuniones con los Srs.
Juan Evo Morales Ayma, Álvaro Marcelo García Linera, Héctor Arce Zaconeta,
Carlos Romero y otros ministros”.
Ese informe refiere que, a partir del lunes 12 de agosto de 2019, a
horas 03:52, comienzan a llegar expertos mexicanos en fraude informático que se
apropian del control del sistema informático del TSE y empiezan a “preparar”
los sistemas para ejecutar el fraude, en caso de que hubiera necesidad (esto
significaba, si no conseguían, por votos, el resultado que esperaban) y así
pasó, detuvieron el TREP y ejecutaron el fraude la noche del 20 de octubre del
2019.
El evismo posiciona a sus “leales”; Chávez en Bolivia, Llorenti, Pary,
Arce Zaconeta y otros en el extranjero, allá donde puedan imponer la negativa
del fraude; están preparando su “operación Kutipuy” (volver en quechua). Sin
fraude, hay triunfo, con triunfo, hay retorno. Eso lo sabe Arce Catacora, que
trabaja para quedarse, así, sin carisma, sin luces, con radicalidades, tratando
de mostrarse “más revolucionario que el huido y más duro que él”; es su manera
de resistir el embate, callado, a la batalla interna; él sabe que en el partido
pierde; quiere hacerse de la calle.
Esa va a ser la batalla que se librará, si Chávez y los otros lo hacen
bien, entre octubre y febrero… tiempo es lo que le sobra a Evo Morales y lo que
le falta a Arce.
El autor es periodista.
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