Las encuestan dicen que el MAS perdería en las capitales de los tres
departamentos del eje troncal, además de El Alto, Tarija, Sucre y Potosí.
La debacle del partido que dominó la política del país en lo que va de
este siglo tiene un responsable, o un culpable, y es el cocalero Morales
Un amigo me comentaba que, a juzgar por los nombres de varios candidatos
elegidos por el dedo del cocalero, él ha decidido mostrar que es un hombre de
mundo: hay apellidos austriacos, alemanes, franceses y serbios, casi como en
las Naciones Unidas.
Dockweiler, por ejemplo, se encamina a ser derrotado en La Paz, mientras
que Cronembold, otro masista de cepa, será barrido en Santa Cruz. Y así otros
en Cochabamba o Tarija.
El dedo estaba equivocado, como lo señalan las encuestas. Pero parece
que el dueño del dedo se empeña en cometer otras equivocaciones.
Por ejemplo, ha ido al Beni, adonde nadie lo había llamado, y dijo que
si su candidato llegara a ganar, se concretaría la carretera a través del
Tipnis. Los masistas benianos le dijeron que, por favor, ya no les ayude.
Eva Copa le hizo decir que si se presentaba en El Alto estaría
decretando su propia sepultura. Pero el cocalero se presentó y su candidato,
que tenía un 7% de preferencia, tiene ahora el 4%.
Obediente y desorejado, el presidente Luis Arce sigue los pasos del
cocalero y ha optado por presentarse en todo el país para ayudar a los
candidatos del MAS, pero con un mensaje perjudicial: amenaza a los electores
diciéndoles que si no votan por los masistas no recibirán ayuda del gobierno
central, y ni siquiera las vacunas. Chantaje puro.
Alguna fuerza negativa está dominando la campaña del MAS. El Parlamento
decide, por ejemplo, en plena campaña, cambiar el escudo nacional sin haber
consultado con nadie, lo que se supone que pone nerviosos a los militares, que
ya estaban suficientemente humillados con las historias de la wiphala y el
saludo de “patria o muerte”.
Y las vacunas que no llegan porque el Gobierno prefiere dedicar su
tiempo a la campaña electoral y a una interminable letanía de denuncias al
gobierno de Jeanine Áñez.
Los chilenos vacunan a 140.000 personas por día y en Bolivia apenas se
han vacunado 300, todos masistas. ¡Por favor!
¿Es esto una campaña o una anticampaña? ¿Cuál es la intención verdadera
detrás de estas actitudes? ¿Se quiere, por ventura, llegar a un vacío de poder
y provocar nuevas elecciones?
El autor es periodista.
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