Autor: Ana María Santos Solís
En estos tiempos de
crisis sanitaria que estamos atravesando, la pandemia ha transformado de manera
singular la forma de vida que conocíamos. El covid 19 golpeó duro a la salud,
la economía, las relaciones sociales y por supuesto la educación no quedó al
margen.
El cambio brusco de una
educación presencial a una educación virtual, ocasiono un desequilibrio en los
maestros, estudiantes y padres de familia. La educación virtual obligó a los
maestros desarrollar competencias tecnológicas con el fin de lograr y continuar
con una educación igualitaria y de calidad.
En la realidad educativa
afloraron inequidades en el acceso a los
medios de comunicación, a la tecnología y a una educación universal y
gratuita, muchas falencias se descubrieron con la educación virtual y si bien
se considera a los actuales estudiantes, una generación digital y con un
talento innato de manejo de la tecnología digital, es evidente que no existe el
hábito de utilizar esa habilidad en los ámbitos educativos, a esto se suma
problemas de accesibilidad en el acceso al internet, la carencia de
dispositivos móviles y computadores para abordar las clases virtuales.
El uso de plataformas
digitales como el zoom, classroom y otras plataformas educativas se han
convertido en una herramienta primordial del maestro para enseñar a sus
estudiantes, sin embargo, durante años el sistema tradicionalista ha estado
anclado en la educación boliviana y con este cambio el maestro logra demostrar
nuevas habilidades y alcanzar un gran potencial tecnológico.
Con el empleo de herramientas
digitales y la incorporación de los contenidos a las aulas virtuales, se
impulsa a una formación semiprencial y virtual. Es por eso que los maestros se
capacitan y se reinventan todos los días, en ellos se denota el interés que
cada maestro tiene para formarse, reflejando la verdadera vocación del profesor,
que sin duda alguna es enseñar y orientar a los niños y jóvenes de nuestra
ciudad.
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