No limitar el señalamiento de responsabilidades a un sector social, el de los menores (o incluso a los y las jóvenes), y sus familias. Debemos adoptar una mirada que amplíe el foco en la comprensión de un problema (el del consumo de alcohol en menores). Entendiendo que es un problema social global, sostenemos que todos tenemos algo que ver en su génesis y desarrollo, pero también todos tenemos una responsabilidad compartida en su afrontamiento y abordaje:
Empezando por los y las menores, que deben implicarse activa y participativamente en programas y actuaciones que aborden la prevención del consumo de alcohol, tanto específica como inespecíficamente. Facilitemos cauces para escuchar sus voces, sus opiniones… Si no se hace así, las posibilidades de éxito serán muy escasas.
Las diferentes Administraciones, estableciendo políticas activas al respecto y fomentando la existencia (a diversos niveles), de estructuras de coordinación, que permitan el seguimiento y la evaluación pero, sobre todo, la participación de múltiples actores sociales y su complementariedad.
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