Cuando la llegada de las vacunas, aunque sea incierta, hace surgir la
esperanza de que esta pesadilla de la pandemia pase más o menos pronto, hay
como un afán de preparar las bases de la nueva realidad.
La pandemia ha provocado un remezón universal que hará difícil reconocer
dónde estaban las piezas del inmediato pasado, lo que obliga a ejercicios de
imaginación que ocupan a todos los organismos internacionales.
Estimo, sin embargo, que los cambios generados por la pandemia en los
mercados laborales no son nuevos. “Los cambios demográficos y la agitación
tecnológica llevan décadas transformando los mercados laborales, exacerbando la
desigualdad, haciendo que los trabajos sean cada vez más precarios y
profundizando la inseguridad económica”, señala un nuevo informe del Fondo
Monetario Internacional.
“Un virus mortal simplemente ha acelerado el ritmo del cambio, con
consecuencias devastadoras, especialmente para las economías en desarrollo, que
se espera que pierdan al menos 220.000 millones de dólares en ingresos, según
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, asegura el informe
mencionado.
Y también se anuncia, en medio de estos debates, la posibilidad de que
el “rebote” de las economías del mundo provoque un aumento en la demanda de
materias primas, sobre todo porque China ha podido controlar antes la pandemia
y ahora está anticipándose en la etapa de recuperación, lo que da lugar a
enfoques optimistas.
Por otro lado, el diario La Vanguardia, de Barcelona dice
que la oferta de las vacunas se ha contaminado con proyectos económicos
hegemónicos de parte de regímenes dictatoriales como los de Rusia y China.
Quién hubiera dicho, dice Gemma Saura en ese periódico, que los nuevos
proyectos de dominación estén basados en agujas con que se colocan las vacunas.
Ni Gengis Kan ni Alejandro de Macedonia ni Napoleón Bonaparte hubieran
imaginado el cambio que vive ahora el mundo, pero sobre todo los proyectos de
dominio mundial, dice la autora.
Cuando el mundo vive estas angustias, en Bolivia el presidente Luis Arce
sólo atina a decir que es comunista y socialista, con lo que deja
desconcertados a quienes lo consideraban un “tecnócrata” que quizá pudiera
aportar con algunas ideas interesantes para este momento.
La Comunidad Andina de Naciones ha propuesto un plan para mejorar el
comercio regional, los industriales bolivianos han sugeridos siete medidas para
enfrentar el “rebote” de la economía, pero el Presidente nos sale con que es
comunista y socialista… y nada más.
Alguna otra idea tendrá este señor para proponer a los bolivianos, ¿o es
que el cargo le queda muy grande?
El autor es periodista.
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