HERNÁN CABRERA
José Martí, poeta y periodista cubano, decía que el rol de la prensa “es
ser luz en las tinieblas y paz en la guerra”. Pues bien, en estos tiempos
electorales y pandémicos, esa premisa se ajusta como anillo al dedo. Y no se
trata de tomar partido por tal o cual candidato, o definir su preferencia
electoral. No estamos en guerra, pero si caminando entre tinieblas, confusos,
temerosos, enfermos y enardecidos.
La prensa tiene tres grandes segmentos o sectores: la información, el
editorial y la publicidad. Cada uno va entrelazado, pero a la vez, son
autónomos e independientes. Un medio de comunicación no puede ser neutral,
aunque sí objetivo. Es decir, en su dimensión informativa, despliega todas sus
acciones de generar, elaborar y difundir la mejor información, que esté
revestida de ética, de equilibrio informativo, de seriedad y de calidad. Sin
duda, que ahí ese medio debe demostrar que es plural, amplio, democrático,
porque, así como le da cinco minutos o media página a un candidato, así también
le debe dar el mismo tratamiento al otro.
Recuerde que la información es manipulable y se es se puede hacer desde
una foto, un titular, el encabezamiento, el uso de adjetivos o simplemente, al
minimizar un hecho.
Pero en su sector editorial, el medio de prensa, asume posiciones
determinadas, que no necesariamente la comparten los periodistas o los
trabajadores de ese medio. Es la posición de la empresa o de los
administradores de ese medio sobre lo que entiende está bien o está mal en la
administración del poder público, o cuando dé directrices en los temas que vea
conveniente.
Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos, en abril de 1904,
dijo: “Aquel que escribe, aquel que cada mes, cada semana, cada día produce el
material que va a conformar el pensamiento del público es, en esencia, aquel
que determina, más que nadie, el carácter de la gente y el tipo de gobierno que
esa gente tendrá”.
Es precisamente, en este nivel que el medio debe ser claro, preciso,
contundente, orientador y esclarecedor. En Estados Unidos, los grandes medios
se la juegan y apoyan al candidato demócrata o republicano, están en su derecho
y lo hacen abiertamente, con editoriales y artículos de opinión, de forma
permanente.
Por el nivel de credibilidad, prestigio y confianza que aún tienen los
medios de prensa, uno de sus roles en estos tiempos de procesos electorales,
tienen el reto de orientar a la ciudadanía sobre el mejor o el peor candidato
que está en carrera, para el que quiera ser alcalde o gobernador. Y eso no
implica vulnerar los principios de la neutralidad, de la ética o que lo acusen
a ese medio de que es azul, rojo, naranja, celeste, verde o negro.
Lamentablemente, estamos asistiendo a un proceso electoral, con
candidatos que no tienen idea de lo que es o debe ser la administración del
poder municipal o departamental. Confundiendo roles y atribuciones. Chipándose
en lo que debe hacer la alcaldía y la responsabilidad de la gobernación.
Ofreciendo obras y obras, cual Papá Noel en tiempos de Navidad. Acusándose
mutuamente de todo y de nada. O demostrando que saben bailar, cantar, hacer
ejercicios, antes que demostrar capacidad y liderazgo.
Es ahí, que el rol editorial de un medio de prensa es necesario e
importante en estos momentos, para que la ciudadanía pueda ejercer su voto de
manera informada, crítica y coherente, sin dejarse sorprender y obnubilar por
las ofertas fantasiosas o por aparentar ser un buen tipo ahora, cuando en el
pasado tuvo serias denuncias de corrupción o de cualquier otra índole.
Los puritanos o académicos del periodismo dirán que eso no se hace o es
antiético, que va contra los valores del ejercicio periodístico, etc. Solo para
ellos, recordarles, lo que dijo el gran maestro de los periodistas y el que se
forjó desde muy abajo y que hoy los periodistas de EEUU añoran y compiten por
obtener el mayor premio que puedan tener en función de sus reportajes de
investigación o crónicas, que fuera instituido en homenaje a él, a Josep
Pulitzer, quien se preguntaba: “¿Qué es un periodista? Un periodista es un
vigía en el barco del Estado. Informa del náufrago a la deriva que puede ser
salvado por el barco. Se esfuerza en ver a través de la niebla y las tormentas,
para avisar de los peligros que se avecinan. Está ahí para procurar la
seguridad y el bienestar de la gente que confía en él”.
La prensa no gana ni pierde elecciones, pero sí orienta, esclarece y
debe conducir a un pueblo a salir del error, de la confusión o de las
tinieblas.
El autor es periodista y licenciado en filosofía.
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