DRINA ERGUETA
Alguien me comentaba hace poco que, ante la Covid, las
mujeres lo harían mejor si estuvieran a cargo. Creo que sí, entre otras cosas
porque a las mujeres se les ha inculcado una relación con el cuidado, cosa que en
este caso es de provecho porque permite ir más allá de egoísmos e intereses. Es
desde esa mirada que es posible observar que en Bolivia hay una
irresponsabilidad tan expandida como la mortandad que hoy causa el virus.
Desde una mirada del cuidado, que es lo que hoy se necesita,
se revelan el interés político, la mezquindad, el egoísmo, las miras cortas y
el desubique que priman en lugar de una idea responsable de salvataje de país.
La Covid ha demostrado que llega y fulmina. Hay quienes
mueren con todas las atenciones y gracias a ellas hay también quienes logran
sobrevivir; aunque la mayoría de las personas contagiadas no han recibido
ninguna o sólo la poca que se han podido costear. Para la mayoría de la
población la idea de obtener atención médica es un sueño imposible. La realidad
son hospitales colapsados y farmacias haciendo su agosto.
En ese marco, la imagen del presidente Luis Arce
participando en campañas electorales, sin mascarilla, cantando alegre con
quienes se postulan, sin respetar las distancias mínimas de seguridad, dando la
mano a gil y mil… Por favor, hay que dar ejemplo. No es el único, ni del único
partido, la mayoría de quienes están en carrera por las alcaldías se saltan las
normas anticovid.
El expresidente Tuto Quiroga, en su afán de echar lodo sobre
el Gobierno, habla de corrupción en la adquisición de las vacunas al no
conocerse el precio de ellas. Él sabe, porque lo sabe si es que es una persona
informada, que las farmacéuticas han puesto a los países la condición de no
revelar el precio. Eso pasa con todos los países y con Bolivia. No hay que
mentir ni aprovechar este asunto, es feo.
En gran parte del mundo las vacunas se distribuyen poco a
poco y luego de urgidas y hasta tensas negociaciones, por ello es pues positivo
que haya llegado un primer lote de vacunas a Bolivia; pero hacer un show de
ello, resta. Habrá que ver si pronto llegan más, ya que 20.000 dosis son muy
pocas.
El expresidente Carlos Mesa y líder del principal partido de
oposición ha dicho que defiende el derecho a protestar de la comunidad médica,
o sea que apoya el paro de este sector. Una cosa es el derecho a la protesta y
otra dejar sin atención a la población en plena emergencia sanitaria por
pandemia, eso Mesa lo sabe. Sabe que en ningún país esto sería aceptable. Es
una postura política irresponsable en este escenario terrible de necesidad de
cuidados.
Sí, es cierto que son deplorables las condiciones en que
profesionales de la medicina deben atender a los cientos de pacientes que
llegan cada día a hospitales buscando ayuda. Mal pagados y hace falta de todo.
Reclamar es totalmente válido, sí; así como su labor en esas condiciones es
encomiable.
Dicho eso, la gente de la calle, cualquiera con un criterio
mínimo, sin un condicionamiento político que prime en su razonamiento y que no
tenga un médico privado asegurado, sabe que un paro de estas características es
absolutamente inmoral y que raya, o debería hacerlo, en lo delictivo. Es
inadmisible. El llamado al paro es una conducta deplorable e irresponsable en
grado sumo. Y con olor a político.
Ante la necesidad de cuidados, es positivo que lleguen
médicos de cualquier parte a ayudar, deberían ser bien recibidos ya que suelen
ir a las zonas rurales. En pueblos pequeños no existe atención médica, a tal
punto que hay veterinarios que recorren casas visitando a “sus pacientes”
humanos con Covid. Por favor, hay mucha necesidad.
La gente en las calles, no toda, muestra a diario también su
irresponsabilidad. La necesidad económica hace imposible, como en muchas partes
del mundo con desigualdades sociales, que haya un confinamiento rígido para
frenar los contagios; sin embargo, las condiciones mínimas de cuidado sí se
pueden y deben respetar. La irresponsabilidad contagia y se contagia.
La autora es periodista
No hay comentarios.: