El lunes, Bolivia alcanzó, nuevamente, las cotas de la estupidez máxima.
O hubo estupidez llena, se podría decir. Así como hay una luna llena, una vez
al mes, en Bolivia también se llega a la estupidez llena. Más de una vez al
mes. La estupidez llegó a su apogeo máximo, primero, con la inauguración de esa
horrible, abusiva y millonaria porquería: más de 500 millones de bolivianos de
cretinismo puro. "Asamblea Legislativa Plurinacional". Es tan
horrible como su propio y altisonante nombre.
Ahora que la democracia está bajo asalto, ahora que se dedican a la
persecución política, ahora que la justicia y todo el poder judicial llegaron
al peor momento de su historia y dan asco, ahora que el “Senado”, el
Parlamento, etc., rebosan de analfabetos, serviles e ignorantes, inauguran esta
porquería arquitectónica que es, además, una ofensa a la ciudad de La Paz, a su
historia, a su estética, al pluralismo político que debiera tener cualquier
democracia que no esté, como la boliviana, bajo asalto.
Esta porquería, además, es consecuente con la corrupción evista/masista,
la mayor de toda la historia. Es corrupto, en efecto, apropiarse de millones
del dinero público, de uno de los países más pobres y desgraciados del mundo,
para hacerse una guarida millonaria. “Asamblea Legislativa Plurinacional” es
como tienen bautizado a su abusivo/imponente adefesio, justo mientras se violan
todas las leyes y no se legisla seriamente nada, cuando se avasalla el oriente,
se quiere hacer desaparecer el fraude, se inventa un golpe, se amenaza, se
encarcela, se recorta presupuesto a las universidades, se apoyan las mendaces
dictaduras del continente.
La estupidez propia de la inauguración de esta porquería ya estuvo
precedida, no lo olvidemos, por la iniciación de obras de un reactor nuclear
ruso. Ese es otro máximo total de la idiotez.
La estupidez llena que hubo el lunes, por su parte, tuvo más elementos
para alcanzar su apogeo: el idiota disfrazado de indio que vandalizó la bonita
estatua de Colón del Prado, en La Paz, sin ser detenido ni sancionado. Mostrar
por qué se trata, antes que nada, de estupidez pura no es difícil, pero lo dejo
aquí de momento.
Otro numerito de la estupidez llena que hubo ayer: el discurso de
Choquehuanca. A mí, Choquehuanca me impresionó desde la primera declaración
pública que hizo, por su extrema idiotez. Siempre me pareció un milagro que,
siendo tan disminuido intelectualmente, supiera hablar. Nunca entendí cómo
algunos creyeron que era una alternativa real frente al desastre del
evismo/fraudulentismo.
Y todavía otra más: no sé qué exvocal, de los que entraron merecidamente
a la cárcel por hacer fraude y ahora fueron liberados, ya que quieren hacer
desaparecer el mismo fraude, dice que hará juicio a quienes denunciaron el
fraude…. Eso es lo que quisieran: llegar a prohibir, por “ley”, que se habla de
fraude, que se llame a Evo como lo que es: un fraudulento. Querrán estar
“legalmente” facultados para meternos a la cárcel a quienes recordemos el
fraude –a medio país.
Es una pena que la estupidez no pueda constituirse en una seria variable
de análisis. De entrada, claro, es difícil determinarla objetivamente. Siempre
estarán los sindicados de idiotez que, al contrario, se creen unas luces –como
García Linera, digamos. Se podrían trazar, sin embargo, algunos indicadores que
la identifiquen inconfundiblemente. Por ejemplo: la adhesión a una dictadura
real, con sus prisiones, tortura, asesinatos, miseria económica, hambre
corrupción –como Cuba, Venezuela, Nicaragua. Esa adhesión debiera ser vista,
entonces, como un claro signo de estupidez.
Hay, además, otros cauces de imbecilidad extrema, más difíciles de
acotar objetivamente: Trump, Bolsonaro… Las enormes semejanzas entre Trump y
Evo, por otra parte, ya fueron varias veces señaladas por diversos columnistas.
Después de la estupidez llena del lunes, es de esperar que, como la
luna, la estupidez tarde por lo menos un mes en volver a semejantes apogeos.
Pero lamentablemente eso es ingenuo, y la próxima estupidez llena ya llegará,
cualquier día antes del mes…
El autor es escritor.
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