El virus puede empeorar la diabetes o hacer que personas sanas desarrollen la enfermedad. Mata las células encargadas de producir insulina.
La diabetes mellitus es uno de los principales problemas de salud
pública a nivel global,
con 463 millones de afectados. Su número se ha duplicado en los últimos treinta
años y se estima que para 2045 la cifra de diabéticos superará los 700
millones.
En Bolivia, cada año se registran 70.000 nuevos afectados, principalmente de la diabetes tipo
2 y en edades comprendidas entre los 18 y 69 años.
Sus efectos son lentos, pero devastadores. Al margen del alto riesgo vital y
la comprometida calidad de vida de los pacientes, la diabetes supone un elevado
costo sanitario. No solo por la enfermedad en sí, sino por las complicaciones
asociadas, como retinopatía, nefropatía, neuropatía, pie diabético y problemas
cardiovasculares.
El covid-19 vino a
complicar más la situación de la diabetes porque esta enfermedad no solo es un
factor de riesgo para las complicaciones relacionadas con el coronavirus, sino
que también el virus puede empeorar los cuadros de diabetes o hacer que personas sanas
desarrollen esta enfermedad.
Esto porque el SARS-CoV-2 mata las células beta, encargadas de producir insulina en
el organismo, lo que puede agravar los daños que causa esta enfermedad no
transmisible.
Un estudio difundido por The Lancet – Diabetes y Endocrinología
señala que la infección por covid-19 podría representar un factor de
empeoramiento para las personas con diabetes.
Destaca que el virus
puede precipitar complicaciones metabólicas agudas, a través de efectos
negativos directos sobre la función de las células beta, encargadas de
producir insulina en el organismo.
A su vez, también puede causar cetoacidosis
(desequilibro en la producción de ácidos cetonas en la sangre) diabética en las personas
diagnosticadas con diabetes, hiperglucemia en personas con antecedentes
desconocidos de diabetes y diabetes potencialmente nueva.
La doctora Doris Royg, del Programa de Diabetes de Paraguay,
explicó que el SARS-CoV-2 “infecta a las células beta e induce a la apoptosis,
o sea, las mata, es la razón por la que se produce, además, por efecto directo
del virus nuevos casos de diabetes”, refiere.
El virus, además, puede dejar secuelas endocrinas que pueden incluir un nuevo o
empeoramiento del control de la diabetes mellitus existente, tiroiditis
subaguda y desmineralización ósea, advierte el infectólogo pediatra Carlos Paz.
“Los pacientes con
diabetes recién diagnosticada en ausencia de factores de riesgo tradicionales
de diabetes tipo 2, sospecha de supresión del eje
hipotalámico-pituitario-suprarrenal o hipertiroidismo deben someterse a las pruebas
de laboratorio adecuadas
y deben ser remitidos a endocrinología para un mejor control”, recomendó el
especialista.
PREVENCIÓN
No hay mejor prevención
de la diabetes tipo 2 que una dieta equilibrada y una actividad física regular
que estimule la sensibilidad de las células a la insulina, además de prevenir
el sobrepeso y la obesidad. “Tenemos una herramienta terapéutica increíble que
nunca será superada: el estilo de vida. Numerosos estudios y evidencias
confirman que una pérdida de peso del 5 % y la práctica de ejercicio
moderado –caminar 30 minutos diarios– evitan la progresión de la
enfermedad en el
60 % de los casos. Sin duda, ningún otro medicamento consigue resultados tan
beneficiosos”, observa el doctor Antonio Pérez, presidente de la Sociedad
Española de Diabetes (SED).
El sedentarismo y el abandono progresivo de la dieta mediterránea
parecen estar detrás del incremento de la diabetes en países como España, Grecia y
Portugal. Y, aunque la solución parece simple, “cambiar hábitos no es fácil,
cuesta mucho y desborda el ámbito sanitario”, advierte Pérez.
LA VACUNA
Las personas con diabetes tienen prioridad en los planes de
vacunación y algunos países, incluso, han empezado a aplicar una tercera dosis
a los grupos de riesgo.
Numerosos países, como Israel, Francia, Alemania, Rusia,
República Dominicana, Chile y Uruguay anunciaron la aplicación de una tercera
dosis para los grupos de riesgo, entre los que están las personas con diabetes.
DETECCIÓN
Las pruebas de diagnóstico tradicionales son el test de glucemia
basal, la prueba de tolerancia oral a la glucosa y la medición de la
hemoglobina glicosilada. Sin embargo, estas pruebas muestran ciertas
limitaciones, y no son lo suficientemente precisas.
En los últimos años, se han identificado nuevos biomarcadores
que han mejorado la sensibilidad y la especificidad, y han aumentado el valor
predictivo.
No hay comentarios.: