El Deber
Después de 21 días de la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia (dejó el cargo el 10 de noviembre a las 16:51) y 20 días después de establecer en México su nueva residencia en condición de asilado, en su partido político, el Movimiento Al Socialismo (MAS), buscan la fórmula ideal para despojarse del discurso radical que lo caracterizó desde su fundación, mientras esperan que su líder histórico, desde tierras aztecas, elija a su sucesor para terciar en los nuevos comicios presidenciales de 2020.
No será tarea fácil implementar el cambio de la línea dura por una más conciliadora, teniendo en cuenta la cercanía de los nuevos comicios presidenciales y por la brecha interna que abrió la mayor crisis política que enfrenta el MAS desde su fundación y al que se lo acusa del fraude electoral que terminó anulando las elecciones del 20 de octubre.
Tras la salida de Evo del poder y de consolidarse el Gobierno de transición que lidera la beniana Jeanine Áñez, ya se vieron los primeros cambios en el masismo. Desde el seno de la Asam-blea Legislativa Plurinacional ya se visibiliza un “ala conciliadora” que allanó el camino para aprobar la nueva Ley Electoral que apuesta por pacificar el país y pone en el escenario a otro sector que se abre a la autocrítica e identifica exministros de Estado de ser parte del ala más radical que estaba en el entorno a Evo y a quienes responsabilizan de la convulsión social.
Henry Cabrera, diputado masista por Santa Cruz, dijo que si bien el MAS por primera vez en su historia encarará los próximos procesos electorales sin la presencia física de Morales, pero eso no quiere decir que su palabra deje de tener valor en las filas del masismo, al contrario, según el legislador, Morales sigue siendo el máximo líder de ese partido, pero reconoce que ahora en la era MAS pos Evo debe dejar el discurso radical y antiimperialista y debe predominar el mensaje de reconciliación entre bolivianos, el de apertura de un pensamiento acorde al siglo XXI y no ser renuente a la autocrítica.
Después de 21 días de la renuncia de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia (dejó el cargo el 10 de noviembre a las 16:51) y 20 días después de establecer en México su nueva residencia en condición de asilado, en su partido político, el Movimiento Al Socialismo (MAS), buscan la fórmula ideal para despojarse del discurso radical que lo caracterizó desde su fundación, mientras esperan que su líder histórico, desde tierras aztecas, elija a su sucesor para terciar en los nuevos comicios presidenciales de 2020.
No será tarea fácil implementar el cambio de la línea dura por una más conciliadora, teniendo en cuenta la cercanía de los nuevos comicios presidenciales y por la brecha interna que abrió la mayor crisis política que enfrenta el MAS desde su fundación y al que se lo acusa del fraude electoral que terminó anulando las elecciones del 20 de octubre.
Tras la salida de Evo del poder y de consolidarse el Gobierno de transición que lidera la beniana Jeanine Áñez, ya se vieron los primeros cambios en el masismo. Desde el seno de la Asam-blea Legislativa Plurinacional ya se visibiliza un “ala conciliadora” que allanó el camino para aprobar la nueva Ley Electoral que apuesta por pacificar el país y pone en el escenario a otro sector que se abre a la autocrítica e identifica exministros de Estado de ser parte del ala más radical que estaba en el entorno a Evo y a quienes responsabilizan de la convulsión social.
Henry Cabrera, diputado masista por Santa Cruz, dijo que si bien el MAS por primera vez en su historia encarará los próximos procesos electorales sin la presencia física de Morales, pero eso no quiere decir que su palabra deje de tener valor en las filas del masismo, al contrario, según el legislador, Morales sigue siendo el máximo líder de ese partido, pero reconoce que ahora en la era MAS pos Evo debe dejar el discurso radical y antiimperialista y debe predominar el mensaje de reconciliación entre bolivianos, el de apertura de un pensamiento acorde al siglo XXI y no ser renuente a la autocrítica.
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