Gente
Hernán, de 35 años, apodado como “El Chapareño”, construyó su guarida a los pies del cerro San Pedro, el mismo que alquilaba a inhaladores de clefa, indigentes y otras personas en situación de calle a cambio de sexo.
Entre las personas que acogía en su cueva está una pareja de personas en situación de calle, David y Silvia, de 39 y 35 años, respectivamente, que habían llegado de La Paz. Como no tenían dónde quedarse, fueron a parar a la guarida de “El Chapareño”.
Más tarde. “El Chapareño” comenzó a cobrarles alquiler, pero como la pareja no tenía dinero para pagar, quiso abusar sexualmente de Silvia. “Si no me pagas tú, le dijo a David, me pagará tu mujer”, amenazó a David con un cuchillo. Le dijo que violaría a su mujer Silvia tres veces, para cobrarse los tres meses de alquiler que le debían. Silvia relató que tuvieron que salir de allí para evitar ser violada y ahora vive en la calle. Ahora se gana la vida limpiando vidrios de vehículos. A veces ella cocina para los inhaladores de clefa, indigentes y otras personas en situación de calle, en un par de latas de leche que usa como ollas.
Relató que su marido la dejó en La Paz hace unos años con sus dos hijos y como no tenía como criarlos los entregó a su hermana, luego se vino a Cochabamba en busca de trabajo, pero terminó en las calles y en el mundo de la bagatela.
Hernán, de 35 años, apodado como “El Chapareño”, construyó su guarida a los pies del cerro San Pedro, el mismo que alquilaba a inhaladores de clefa, indigentes y otras personas en situación de calle a cambio de sexo.
Entre las personas que acogía en su cueva está una pareja de personas en situación de calle, David y Silvia, de 39 y 35 años, respectivamente, que habían llegado de La Paz. Como no tenían dónde quedarse, fueron a parar a la guarida de “El Chapareño”.
Más tarde. “El Chapareño” comenzó a cobrarles alquiler, pero como la pareja no tenía dinero para pagar, quiso abusar sexualmente de Silvia. “Si no me pagas tú, le dijo a David, me pagará tu mujer”, amenazó a David con un cuchillo. Le dijo que violaría a su mujer Silvia tres veces, para cobrarse los tres meses de alquiler que le debían. Silvia relató que tuvieron que salir de allí para evitar ser violada y ahora vive en la calle. Ahora se gana la vida limpiando vidrios de vehículos. A veces ella cocina para los inhaladores de clefa, indigentes y otras personas en situación de calle, en un par de latas de leche que usa como ollas.
Relató que su marido la dejó en La Paz hace unos años con sus dos hijos y como no tenía como criarlos los entregó a su hermana, luego se vino a Cochabamba en busca de trabajo, pero terminó en las calles y en el mundo de la bagatela.
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