A medida que pasan los días después de la revelación del diario del cura pederasta, el fallecido jesuita Alfonso 'Pica' Pedrajas, el escándalo crece y se conocen más casos de sacerdotes que pasaron por el colegio Juan XXIII que violaron no solo a niños, sino también a niñas.
El diario español El País, que fue el que accedió al diario
de 'Pica' Pedrajas y destapó la 'caja de pandora', conversó con otra víctima,
quien revela que fue abusada por otro sacerdote jesuita, Francesc Peris,
apodado 'Chesco', que antes de llegar al colegio Juan XXIII de Cochabamba,
había sido docente en el colegio de los jesuitas de Caspe-Sagrado Corazón de
Jesús, en Barcelona.
La víctima narra que los abusos se registraron cuando ella
tenía 14 años, en 1983. Recuerda que una noche se despertó tras sentir unas
manos entre las piernas.
El testimonio de Juana se suma a las acusaciones de otros
siete exalumnos que acusan de pederastia, además de a Alfonso Pedrajas, a otros
dos jesuitas y profesores del mismo centro: a Peris, apodado Chesco, y a Carlos
Villamil, conocido como Vicu. En ambos casos, aseguran que abusaron sexualmente
de niñas durante los años ochenta, reporta el diario español.
Juana cuenta que llegó al colegio Juan XXIII en 1983, justo
cuando el padre 'Pica' fue reemplazado como director y enviado a las minas de
Potosí. En su lugar, la congregación religiosa Compañía de Jesús envió a
Chesco.
Antes de ser profesor en Bolivia, Chesco había sido docente
en el colegio de los jesuitas de Caspe-Sagrado Corazón de Jesús, en Barcelona
(España). De hecho, es uno de los acusados de pederastia que aparecen en el
primer informe que El País entregó a finales de 2021 al Vaticano y a la
Conferencia Episcopal Española. El denunciante contó al diario español que
Peris (conocido entre los estudiantes de Barcelona como Cesc Peris) abusó de
menores en el centro de Caspe en los años setenta, y que desapareció de allí en
1976.
Cuando la Compañía de Jesús en España recibió este caso en
2021, anunció públicamente que lo investigaría. Pero ahora, según señala El
País, se niega a dar información sobre Chesco y su traslado al país
latinoamericano, ni siquiera aclara si está vivo o ya ha fallecido.
En internet, su nombre aparece en el blog la asociación de
antiguos alumnos de los jesuitas de Caspe y en publicaciones de la orden como
acompañante en ejercicios espirituales en Manresa (Barcelona) en torno al año
2014. También escribió un obituario de otro jesuita en una revista de la
congregación en 2017.
“Lo único que logré
es que me abofeteara"
Al día siguiente después de sufrir los abusos, Juana
advirtió a sus compañeras de que no se durmieran y tuvieran cuidado de Chesco.
“Esperábamos, esperábamos y esperábamos hasta que el cansancio nos hacía
dormir. Había noches que volvía a meter su mano [en sus partes íntimas] y en
otras iba directamente a otras camas. Se acercaba a otras chicas y se perdía un
rato ahí”, cuenta.
Con miedo, Juana recurrió a un compañero de un curso
superior y le contó lo que estaba pasando, pero ambos, afirma, sintieron que no
podían enfrentarse directamente con el jesuita. “Entonces, mi compañero dibujó
una caricatura de un hombre metiendo su mano por debajo de las colchas de una
compañera. Y lo pegó en la vitrina del comedor. Lo expuso a la vista de todos.
No sé si pudieron entender el mensaje, captar la idea. La idea de mi compañero
era hacer saber que algo estaba pasando con las chicas”. Pero no cambió nada y
Chesco, narra, siguió deambulando entre las camas.
Hasta un día en el que un grupo de alumnos del colegio viajó
a la casa de Taquiña, un edificio de la orden cerca de Cochabamba donde se
realizaban retiros espirituales. Allí, delante de sus compañeros y con Chesco
enfrente, Juana dice que expuso lo que este les hacía por las noches a las
chicas. “Lo único que logré es que me abofeteara, me golpeara y me dijera que
me callara, que no dijera nada”, narra. Tras ese episodio, la víctima afirma
que Chesco comenzó a darle un trato despectivo en el colegio. Como Juana, otros
cinco antiguos alumnos corroboran que los abusos de este jesuita era un secreto
a voces en el Juan XXIII.
Desde Paraguay, donde radica desde 2012 por razones
políticas, Pedro Lima Salazar, exreligioso de la Compañía de Jesús, le dijo a
EL DEBER que el caso del sacerdote Alfonso ‘Pica’ Pedrajas es apenas el inicio
de un largo historial de abusos dentro de la Iglesia católica, y que los
exalumnos del Colegio Juan XXIII están haciendo su propia investigación, a la
que está coadyuvando.
"Hay muchos otros temas que están en proceso. La
Compañía de Jesús siempre ha tratado de desacreditarme y atacarme. El tema Juan
XXIII es la punta de un iceberg. Es fuerte lo que se viene", dijo a tiempo
de sostener que varias víctimas que se animaron a denunciar han recibido
represalias.
Tras que estalló el escándalo, primero fue la Compañía de
Jesús la que salió a pedir perdón y a anunciar que se suma a la investigación
en contra de sacerdotes abusadores de su orden; luego, fue la Iglesia Católica.
El fiscal general del Estado, Juan Lanchipa, dijo el jueves
(11 de mayo) que se investiga ocho denuncias de pederastia en cuatro
departamentos del país. Entre ellos, se encuentra el sacerdote español Alfonso
‘Pica’ Pedrajas, quien -según sus propio diario- abusó de 85 menores.
“Hasta el momento la Fiscalía ha recibido ocho denuncias
radicadas en cuatro departamentos: La Paz, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz.
Estas denuncias hacen referencias a sacerdotes fallecidos y a personas que aún
están con vida”, detalló Lanchipa en conferencia de prensa.
Un día después de las declaraciones de Lanchipa, el procurador
general del Estado, Wilfredo Chávez, dijo que hasta la fecha (12 de mayo) se
han contabilizado a 200 víctimas de curas pederastas.
Según el procurador, esta cifra puede subir porque desde que
se descubrió el caso del padre español Alfonso Pedrajas, cada día se conocen
más denuncias.
El Deber
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