El País
También existen las marchas institucionales que están disfrazadas de luchas sociales, pero a diferencia de ellas son obligatorias. Estas manifestaciones distorsionaron el concepto de las marchas sociales
Bolivia es un escenario que se ha reconstruido a partir de las manifestaciones sociales y políticas en las calles. Las marchas de organizaciones sociales hicieron tambalear a más de un Gobierno y antes de que Evo Morales decida prohibir las manifestaciones públicas de protesta. El Movimiento Al Socialismo (MAS) nació a partir de la presión que ejercieron los sindicatos en contra del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Sin embargo, los tiempos han cambiado. Las marchas dejaron de ser únicamente sindicales y aparecieron los movimientos activistas que buscan la reivindicación de varios objetivos.
La lucha contra la violencia hacia la mujer, los ambientalistas y grupos en contra de la contaminación, la comunidad de personas Trans, Lesbianas, Gays, Bisexuales e Intersex (TLGBI), los movimientos políticos feministas, la defensa por la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía, la defensa por las personas con discapacidad, es decir una variedad de grupos con fines en común.
Para la representante del colectivo Ni Una Menos, Alba Van der Valk, las marchas son una manera de posicionarse ante un hecho de injusticia social o alguna situación en la que se hayan vulnerado los derechos. “Es una expresión de insatisfacción de denuncia y de interpelación al Estado. Es una pulsada de poder”, dijo.
Hubo varias situaciones de indignación. Como el 2017 con los comunarios que habitan Tariquía y la marcha que realizaron de dos días desde el núcleo del área protegida hasta el centro de la ciudad de Tarija para manifestar su rechazo por el ingreso de las petroleras, o la marcha de la ciudadanía cuando se presentaron hechos de feminicidio y se buscó la reivindicación de los derechos y la protección de las mujeres, o la marcha de los enfermos renales para solicitar políticas públicas que prioricen sus tratamientos de salud. Todas ellas son una mues-tra de la interpelación del Estado.
También existen las marchas institucionales que están disfrazadas de luchas sociales, pero a diferencia de ellas son obligatorias. Estas manifestaciones distorsionaron el concepto de las marchas sociales
Bolivia es un escenario que se ha reconstruido a partir de las manifestaciones sociales y políticas en las calles. Las marchas de organizaciones sociales hicieron tambalear a más de un Gobierno y antes de que Evo Morales decida prohibir las manifestaciones públicas de protesta. El Movimiento Al Socialismo (MAS) nació a partir de la presión que ejercieron los sindicatos en contra del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
Sin embargo, los tiempos han cambiado. Las marchas dejaron de ser únicamente sindicales y aparecieron los movimientos activistas que buscan la reivindicación de varios objetivos.
La lucha contra la violencia hacia la mujer, los ambientalistas y grupos en contra de la contaminación, la comunidad de personas Trans, Lesbianas, Gays, Bisexuales e Intersex (TLGBI), los movimientos políticos feministas, la defensa por la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía, la defensa por las personas con discapacidad, es decir una variedad de grupos con fines en común.
Para la representante del colectivo Ni Una Menos, Alba Van der Valk, las marchas son una manera de posicionarse ante un hecho de injusticia social o alguna situación en la que se hayan vulnerado los derechos. “Es una expresión de insatisfacción de denuncia y de interpelación al Estado. Es una pulsada de poder”, dijo.
Hubo varias situaciones de indignación. Como el 2017 con los comunarios que habitan Tariquía y la marcha que realizaron de dos días desde el núcleo del área protegida hasta el centro de la ciudad de Tarija para manifestar su rechazo por el ingreso de las petroleras, o la marcha de la ciudadanía cuando se presentaron hechos de feminicidio y se buscó la reivindicación de los derechos y la protección de las mujeres, o la marcha de los enfermos renales para solicitar políticas públicas que prioricen sus tratamientos de salud. Todas ellas son una mues-tra de la interpelación del Estado.
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