Agencias/
Los que emigraron de Bolivia en busca de días mejores están
pasando momentos duros en Argentina. La construcción, la confección de prendas
de vestir y la producción de verduras son las más afectadas.
Argentina pasó aproximadamente una tercera parte del tiempo
transcurrido desde 1950 en recesión económica. Así de categórico es el estudio
que presentó el Banco Mundial a mediados de año y que detalla que los
argentinos sufrieron 15 recesiones desde la mitad del siglo pasado. Pero la
gran penuria se la está soportando ahora porque esta es la mayor de las crisis
económicas que se vive en el país sudamericano.
Así coinciden muchas voces bolivianas radicadas en
Argentina, compatriotas que están pasando momentos muy difíciles y tiemblan
cada vez que llega la noticia de una nueva inflación, de una subida del dólar y
de una devaluación del peso argentino. La crisis económica está sujeta también
a los caprichos de la política.
El lunes 12 de este mes el peso argentino se desplomó frente
al dólar, después de la ventaja que obtuvo en las primarias el peronista de
centroizquierda Alberto Fernández, frente al actual presidente Mauricio Macri,
que lo ubica como favorito para las elecciones presidenciales del 27 de octubre
de este año. Ese lunes, según reportes de agencias de noticias internacionales,
el nerviosismo se apoderó de la capital argentina, donde en las pizarras la
moneda abrió en 53 pesos, pero rápidamente se desplomó hasta los 60 pesos por
dólar estadounidense, mientras que algunas casas de cambio dejaron de ofrecer
divisas.
Macri tomó algunas medidas para contrarrestar el impacto:
beneficios salariales, recortes de impuestos y la congelación del precio de la
gasolina durante 90 días. La cifra negativa expresada en una inflación del 22%
en el primer semestre del 2019 y la pobreza que alcanza a 32% de la población,
hace que los bolivianos que en Argentina forman una colectividad de casi
240.000 personas, estén pasando momentos de turbulencias. Así lo certifican
testimonios de hombres y mujeres que, dedicados principalmente a labores
agrícolas, textiles y a la construcción, confirmen que la crisis económica se
la esté sintiendo con fuerza en los bolsillos y en la mesa familiar. Elías
Amador es productor agrícola en los alrededores de la ciudad de La Plata,
capital de la provincia de Buenos Aires. Él está haciendo lo posible para
seguir adelante con su familia.
“La verdad, estamos terriblemente preocupados porque no suba
el dólar. Como yo, miles y miles de compatriotas bolivianos que nos dedicamos a
la agricultura en Argentina, estamos viendo cómo pagar nuestras deudas”,
lamentó Amador. La tierra en la que produce verduras no es suya. Los bolivianos
en Argentina no son dueños de las parcelas ni de las casas de madera que hay en
ellas. Las alquilan y pagan en dólares. En dólares también pagan los
pesticidas, los insecticidas y las semillas. Pero la producción: lechugas y
tomates, locotos y pimentones, repollos y berenjenas, la venden a pesos
argentinos y la moneda nacional está en caída porque la inflación les ha dado
golpes económicos de los que no se pueden recuperar.
El detalle.
Ha explicado que La Salada, donde los bolivianos venden
masivamente en ferias y centros comerciales su producción textil, no se ha
reactivado desde hace varios meses.
Buscarse la vida
Los agricultores bolivianos de La Plata se quejaban de que
los comerciantes mayoristas no les compraban su producción a buen precio. Lo
que hicieron fue contratar vehículos para acudir a ferias comunales, vecinales,
de barrios, para vender personalmente a un precio que ellos consideran justo.
Es decir, están trabajando para que las frutas, verduras y hortalizas lleguen
directamente del productor al consumidor.
“Están buscando sobrevivir. Sus insumos los pagan en dó-
lares y su producción la venden en pesos argentinos”, ha enfatizado Corzo.
Jhonny Cazorla hace 30 años que se fue de Bolivia a Argentina para buscar días
mejores.
Ahora es un líder reconocido entre la colectividad boliviana.
Se encarga de ser uno de los organizadores de la entrada folclórica del 12 de
octubre en Buenos Aires.
Cazorla confirma lo que dijeron otros testimonios: que la
crisis afecta prácticamente a toda la comunidad que vive en Argentina. Pero en
el rubro que él se desempeña, la fabricación de ropa, da un dato preciso: Las
ventas cayeron entre un 60% y 70% con relación al mismo periodo del año pasado.
A pesar de los problemas, la colectividad boliviana se las
rebusca de muchas maneras, bajo la esperanza de que, como en otras crisis
económicas que han soportado tanto en Bolivia como en Argentina, pase tarde o
temprano, porque saben que se trata de un asunto cuyo final es cuestión de
tiempo y, claro, de medidas oportunas que tome el Gobierno argentino.
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