Agencias
En medio de un pronunciado caos económico —que ha llegado a expresarse, incluso, en la escasez del propio papel moneda—, el Banco Central de Venezuela ha anunciado la emisión de tres nuevos billetes de 10.000 (1,6 dólares), 20.000 (3,2 dólares) y 50.000 bolívares (8,1 dólares), que comenzaron a circular desde el jueves. Las denominaciones llegan, según el instituto emisor con el objeto de “hacer más eficiente el sistema de pagos y facilitar las transacciones comerciales” en la nación caribeña.
La medida, anunciada por los funcionarios de Nicolás Maduro, se concreta en un inédito marco hiperinflacionario. El alza de precios ha alcanzado picos desconcertantes, lastrando aún más la ya de por sí debilitada economía venezolana. Su interpretación, además, se torna confusa en medio del descontrol numérico y la opacidad informativa del Gobierno chavista, que durante varios meses no ha querido dar a conocer el estado real de las cifras macroeconómicas.
A finales de mayo, el banco central emitió su primer reporte de las finanzas venezolanas tras cinco años, ubicando la inflación en 2018 en el 130.000%. Esa tasa, sin embargo, está a años luz de la que ofrece la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, que la sitúa por encima del millón por ciento.
El economista Jesús Casique cree que la entrada en circulación de los nuevos billetes tendrá un efecto temporal, pero advierte de que no está a la vista ninguna decisión destinada a detener las causas estructurales del aumento de los precios. La monetización del déficit fiscal, está encima del 8% del PIB.
En medio de un pronunciado caos económico —que ha llegado a expresarse, incluso, en la escasez del propio papel moneda—, el Banco Central de Venezuela ha anunciado la emisión de tres nuevos billetes de 10.000 (1,6 dólares), 20.000 (3,2 dólares) y 50.000 bolívares (8,1 dólares), que comenzaron a circular desde el jueves. Las denominaciones llegan, según el instituto emisor con el objeto de “hacer más eficiente el sistema de pagos y facilitar las transacciones comerciales” en la nación caribeña.
La medida, anunciada por los funcionarios de Nicolás Maduro, se concreta en un inédito marco hiperinflacionario. El alza de precios ha alcanzado picos desconcertantes, lastrando aún más la ya de por sí debilitada economía venezolana. Su interpretación, además, se torna confusa en medio del descontrol numérico y la opacidad informativa del Gobierno chavista, que durante varios meses no ha querido dar a conocer el estado real de las cifras macroeconómicas.
A finales de mayo, el banco central emitió su primer reporte de las finanzas venezolanas tras cinco años, ubicando la inflación en 2018 en el 130.000%. Esa tasa, sin embargo, está a años luz de la que ofrece la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición, que la sitúa por encima del millón por ciento.
El economista Jesús Casique cree que la entrada en circulación de los nuevos billetes tendrá un efecto temporal, pero advierte de que no está a la vista ninguna decisión destinada a detener las causas estructurales del aumento de los precios. La monetización del déficit fiscal, está encima del 8% del PIB.
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