MÓNICA BRIANÇON MESSINGER
El lema que viene en la moneda nacional es bastante claro: en una de sus caras dice “La unión es la fuerza”, junto al valor adscrito. En la otra está el escudo del país. El mensaje es obvio y ha sido poco comprendido. Al parecer nos embruja estar desunidos, luchando por intereses personales.
Pero, gracias a la pandemia (algo de bueno tenía que tener este bicho
inmundo que transmite la Covid-19) ha surgido un elemento de unión que podría
permitirnos, de alguna manera, ver que hay una luz al final del túnel.
Las Cámaras de Industria y de Comercio de Cochabamba han decidido
fusionarse para ser un único ente gremial. La iniciativa no es nueva. Este será
el octavo intento. Pero podrá tener buen resultado. Sus presidentes, Ramón Daza
y Juan Carlos Viscarra, están mostrando los beneficios de esta conjunción de
esfuerzos, no sólo a los asociados, sino al departamento. Beneficios como, por
ejemplo, ser una institución fuerte que pueda negociar con el gobierno central
programas favorables para Cochabamba.
Recuerdo que cuando era directora de relaciones públicas de la Cámara de
Industria era notoria la rivalidad con la Cámara de Comercio, pero, más allá de
la rivalidad, las dos cámaras peleaban por lo mismo: hacer respetar al quehacer
empresarial, combatir al contrabando, a la informalidad, a la tramitología y
que cada empresa pudiese elegir libremente dónde asegurar a sus trabajadores. Sueños
como estos quedaron abandonados. Durmiendo el injusto sueño de la desidia y la
apatía.
Así, Cochabamba se ha convertido en un lugar de tránsito de camiones,
buses, y “surubíes” que llevan pasajeros y carga de oriente a occidente. Las
industrias han migrado a Santa Cruz porque aquí no tienen las condiciones
óptimas para producir y muchos negocios han quebrado porque el comercio
informal los ha vapuleado.
Entonces es importante apoyar a esta fusión, para que cuando lleguemos a
2030 recordemos que pudimos pactar por la región, para que tengamos una sonrisa
en la cara porque Cochabamba cambió su parque automotor a uno eléctrico, porque
tuvo una férrea defensa de su medio ambiente, porque las industrias tuvieron
una mejor matriz productiva en el Parque Industrial de Santiváñez, se firmaron
convenios con organismos internacionales y se crearon instituciones para
obtener financiamiento e impulsar el desarrollo empresarial. Se incentivó la
inversión, la competitividad, el clima de negocios y el asentamiento de nuevas
empresas en el departamento, haciendo que Cochabamba retorne al sitial que le
corresponde en el contexto nacional y se promocionó al emprendedurismo entre
los jóvenes, fomentando la innovación.
Por ahora sólo ideas, pero ojalá sea una realidad antes de que sea
demasiado tarde.
La autora es Premio Nacional al Periodismo especializado en Banca.
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