Con una
frontera legal cerrada, hay pasos por los que se interna mercadería ilegal. Un
secreto a voces donde prima la internación de cerveza y otros productos que
engrosan un ‘negocio’ que sale caro.
“¿Están pasando?”, es la pregunta que
se hace a las personas que transitan
con bolsas y cajas cargadas de mercancías en la localidad de San José
Pocitos, en el municipio fronterizo de Yacuiba (Tarija). La consulta se refiere
al libre tránsito que hay por alguno de los pasos ilegales que están
habilitados para cruzar a territorio argentino. “Si, todo normal, no hay
gendarmes, ¡vayan!”, es la respuesta. La charla es habitual en la frontera,
donde la ilegalidad es la moneda de cambio.
Según datos que maneja la Alcaldía de
Yacuiba, son cerca de 40 pasos ilegales
que están vigentes después de que se cerrara el puente internacional
Salvador Mazza, que conecta a ambos países y que permanece cerrado desde marzo
de 2020. Los pasos están paralelos al puente y mientras más alejados hay más
libertad, donde incluso vehículos pueden ingresar y salir sin problemas de
cualquiera de los dos territorios (el boliviano y el argentino)
En estos lugares prima el contrabando de cerveza, alimentos no
perecederos y tránsito de personas, donde se distinguen comerciantes,
bagalleros que antes trabajaban legalmente, contrabandistas, familias que van a
hacer sus compras y hasta estudiantes que están matriculados en la localidad de
Salvador Mazza. Todos comparten el camino, pese a no estar conformada una
‘Patria Grande’, sin fronteras
El Tres
El paso Tres es un punto de
referencia, paralelo al puente internacional. Se trata de una calle de San José
de Pocitos que se convierte en un camino de tierra que, a su vez, se transforma
en un pequeño bosque que está dividido por una quebrada seca. En él están las ‘campanas’, menores de edad que
vigilan el tránsito y que cuenta con walkie-talkie para
alertar cualquier sospecha o eventualidad.
Una vez atravesado el trecho (unos
150 metros) las personas llegan al patio de una vivienda de la localidad de
Salvador Mazza, donde los propietarios (de nacionalidad argentina) cobran un
‘peaje’ de 100 pesos argentinos (Bs 5, para el ‘impuesto’ que permite la
actividad de tránsito) para atravesar el
interior de la vivienda y salir por la puerta principal, como
alguien que sale de su propia casa.
Así de fácil es estar al otro lado.
El ‘servicio’ está vigente todas las mañanas. Una vez en Salvador Mazza
(Pocitos argentino), en los comercios abundan productos de industria argentina,
que son una ‘ganga’ para el comprador
boliviano, quienes acuden para acarrear como ‘hormigas’ bolsas y cajas de
contrabando. Incluso van en familia para traer las cosas poco a poco y
cargarlas en camionetas
“Para mí nada es imposible”
Cotizando en los comercios, lo que
abunda es la cerveza. Se identifican 10 marcas en total. La más comerciables en
Bolivia son la Quilmes y la Scheneider, en latas de 473 CC que se venden en
valor de 1.500 y 1.400 pesos argentinos (Bs 75 y Bs 70 la caja de 24 latas). Un
vendedor comenta que los bolivianos
también se interesan por la Corona, Heineken y Stella Artois, pero son
más caras.
Los comerciantes notan la presencia
del equipo de EL DEBER, que cruzó la frontera como gente interesada en hacer
negocios. Un boliviano se acerca y ofrece ayuda al ver a los ‘nuevos
pavos’. Su fuerte es el contrabando de bebidas. Hace gala de su
astucia para internar productos en territorio boliviano y en las cantidades que
hagan falta. Con su celular muestra un catálogo de vinos a la mitad del precio
que se vende en el mercado cruceño y muestra el chat de WhatsApp con el
contacto de un reconocido y mediático empresario cruceño “que hace pedidos
habitualmente”.
“Para mí nada es imposible”, comenta,
“yo te consigo en Argentina y te entrego aquí o en mi puesto en Yacuiba. Si quieren también se envía a Santa Cruz, pero ya es más
caro porque uno arriesga el ‘pescuezo’ y los de la Aduana a veces están de mal
humor”.
Si se compra para la venta minorista
en Bolivia recomienda viajar en flota y revela los nombres de las empresas de
transporte que no están ‘quemadas’. En camión se puede camuflar, es más fácil,
pero solo que ahora los controles “están estrictos. Si te pillan, mejor no
discutir. Tampoco vengan en vehículo propio”. Si no van
en camión, las mercancías se tienen que subir en la parte de arriba de las
flotas o “se debe meter lo más posible debajo de los asientos y en los pasillos
entran más de 8 cajas, por eso mejor si vienen entre varios”, relata
“Manden encomiendas, mejor es
repartir la carga. Si son botellas de vidrio pongan papel o trapos para que no
suenen, eso puede ir abajo. Igual las latas, pero las embolsan en yute para que no se vean. Así no se dan
cuenta en Campo Pajoso, en Villa Montes ni Abapó (los tres lugares de control
por los que hay que pasar para llegar a Santa Cruz)”.
El comerciante argentino es más cauto. Habla poco y
lo que se haga con lo que vende no es problema suyo. Pide, ‘con respeto’, no
acercarse a los almacenes, ya que para ello tiene muestras de sus productos a
la vista
El accidente de tránsito
Una colisión entre un vehículo y un
motociclista movilizó a la gendarmería hasta la zona de la vivienda que se
conecta con ‘El Tres’. Fue ahí que una contrabandista que circulaba por la
calle del accidente agredió a un gendarme. Esto movilizó a las fuerzas argentinas para bloquear la
calle del ingreso de este paso ilegal.
A 100 metros de distancia, los
bolivianos observan con carretones con cerveza y cajas de otros productos. A la
vista de los gendarmes se dan media vuelta y evitan acercarse porque “cuando se enojan te pueden deportar, te pegan o hasta
tiran balines”.
“¿Van a Bolivia? Síganme por acá,
vamos a ir por La Federal (otro paso ilegal)”. La voz es de una mujer que
cruzará la frontera por quinta ocasión en esa jornada, transportando lavandina que ella misma vende como ambulante en el mercado
Mutualista o en la Feria Barrio Lindo.
Al llegar al ingreso de la Federal
los gendarmes estaban enmallando el cruce ‘regular‘, pero las puertas de tres viviendas de vecinos argentinos se abren y dicen
“pasen por aquí”, a la vista de los propios efectivos. Ya la tarifa de ingreso
a territorio boliviano subió a 100 pesos argentinos. Ya se acaba la mañana y
unas 100 personas están cruzando por el lugar. Otra alternativa es el paso de
El Chorro.
Se robaron un camión
Al día siguiente, saltó la noticia de
que contrabandistas ingresaron a los predios de la Aduana para ‘rescatar’ tres
camiones llenos de mercancías de los predios de la Aduana Nacional de Bolivia
(ANB), acción que logró frenarse, pero un periodista que prefiere no
identificarse asegura que los camiones
que mueven productos ilegales son cientos. Se llevaron solo
un camión, pero lo rescataron a tiempo. De 70 contrabandistas, la Policía
aprehendió 11.
Las autoridades aduaneras de Yacuiba
no dan declaraciones. La responsable de la institución, Wilma Laime, ni
siquiera se presta para dar el reporte del robo del camión. “Pasó lo que
ustedes saben”, se limitó a responder a EL DEBER. También se abstuvo de
suministrar datos de los operativos
que se realizan en la frontera porque no es “voz autorizada”. Se buscó la
palabra de la directora de la regional Tarija, Lourdes Aldana, pero tampoco es
voz autorizada y expuso que la información de la Aduana se publica en Facebook.
Fueron 21 intentos realizados para
conocer sobre los operativos aduaneros con fuentes de la entidad, pero no hubo
respuesta. En lo que va del mes de abril, en la página de Facebook de la ANB
solo se registra un operativo
anticontrabando en Tarija: cerveza incautada por valor de Bs 280.000.
El Viceministerio de Lucha Contra el
Contrabando no cuenta con un viceministro (pese a los cinco meses del nuevo
Gobierno), más el director general de esta entidad, Bladimir Orellana, exhibe
que en el marco de sus labores desde que se asumió la administración se
gestaron 3.500 operativos, donde 902
vehículos fueron comisados e incinerados.
Apuntó que durante el Gobierno transitorio se
descuidaron controles y la vigilancia, dejando libres los pasos fronterizos y
sin presencia militar, por lo que esto fue aprovechado por los contrabandistas.
Según Orellana, desde la llegada del
nuevo Gobierno se fortaleció la coordinación interinstitucional con la ANB.
“Los productos que más ingresan por el lado de Argentina son enlatados, insumos de limpieza, bebidas alcohólicas,
embutidos, comida perecedera y carne. No se tiene información sobre personas
dedicas a este ilícito, se están realizando trabajos con fines investigativos”,
informó.
La feria de Yacuiba
En Yacuiba la caja de Quilmes tiene
un valor entre Bs 80 y Bs 85. La lata suelta cuesta entre Bs 4 y Bs 5. El
contrabando es un secreto a voces y al consultar a los negocios por qué la cerveza boliviana es más cara sonríen con
complicidad. Sin embargo, al ser una ‘ciudad hermana’ con Salvador Mazza
siempre existió el intercambio comercial minorista, acto que se vio frenado con
el cierre fronteras. La ilegalidad va en aumento, aunque no hay estadística
sobre el tema.
Los días lunes, miércoles y viernes
se instala una feria mañanera donde se venden ‘el surtido’ de contrabando;
espacio dotado por la Alcaldía. Algunos comerciantes cuentan con locales y
otros venden sobre la calle, negocio
que va creciendo debido al desempleo y a la ausencia de una política
pública para insertar a la población. Ahí también venden los bagalleros que
debido al cierre del puente optan por transformase en informales y ambulantes.
“No juzguen a los yacuibeños”
La Asociación de Bagalleros Gran
Chaco cuenta con personería jurídica para transportar mercancías entre
Argentina y Bolivia, sus 700 afiliados con registro para proveer de manera a
minoritaria a los negocios de Yacuiba, pero por el cierre del puente se ven
impedidos de trabajar. Los contrabandistas no requieren sus servicios y el
terreno irregular de los pasos ilegales impide que muevan sus carritos con
carga, lo que también afecta a adultos mayores que ya no pueden subir y bajar
por la zona (el cuerpo no rinde) ni
pueden emplearse en otros sectores, ya que el 80% de la actividad
económica de Yacuiba es el comercio.
Juan Carlos Llanque, dirigente de los
bagalleros, explicó que fuera de Yacuiba se los juzga, pero no son
contrabandistas, puesto que su labor se limita a surtir a un radio de no más de
50 kilómetros de la zona, es decir, para el consumo local. Las ganancias
diarias oscilan entre Bs 40 y Bs 50, por lo que piden no ser tildados de
delincuentes. Otros no se arriesgan a
contrabandear por miedo a ser deportados, lo que impide ingresar hasta por cinco
años al territorio argentino; eso implicaría perder definitivamente la posición
de legal de bagallero.
Esperan reunirse con el Gobierno y el
sector privado para proponer la instalación de una planta recicladora de
botellas y así no dejar de trabajar, debido a que muchos optan por bagallar y alimentan a los grandes
contrabandistas que se hacen pasar por comerciantes, según su lectura.
Mientras que el presidente del Comité
Cívico de Pocitos, José Wayar, señala que presentarán un proyecto al Gobierno
para que haya un acuerdo binacional y se pueda llegar a un pacto para abrir la
frontera, como se hizo con Brasil. “Sería la única salida para frenar el
contrabando, que la gente pueda
llevar el alimento a su familia y así no juzguen a los
yacuibeños”.
El alcalde saliente, Ramiro Vallejos,
reconoció que no hay una política pública para los desempleados y expuso que el
60% de la población económicamente activa (de unas 60.000 personas) no tributa
y son informales, otro 30% son gremiales y el 10% paga
impuestos. Pero también admite que son los informales quienes mueven la
economía. Actividades como la agricultura, servicios o turismo son mínimas. Y
los ciudadanos argentinos no llegan a hacer compras de ropa o comida por la
crisis económica y el desplome del peso argentino.
Vallejos expuso que el tema del
contrabando no es competencia de la Alcaldía y que de nada sirve cerrar un paso
o colocar cascotes, ya que los contrabandistas traen tractores para abrir otros
pasos. Los consultados desconocen si hay redes, grupos de poder o
clanes detrás del contrabando que se instaló en Yacuiba.
En los mercados La Ramada y
Mutualista, de Santa Cruz de la Sierra, ofrecen las cervezas Quilmes y
Schneider entre Bs 125 y Bs 140 la caja, pero no la tienen a la vista “porque la Alcaldía últimamente hace operativos”. El negocio
también se percibe en el Market-Place de Facebook, donde se encuentra lo mismo
a un precio menor: hasta Bs 110 con delivery.
Y puede que los productos se
encarezcan más “si hay controles estrictos” y si Salvador Mazza vuelve la fase
uno por la emergencia del Covid-19. Ahí
no habría negocio. Mientras tanto, el silencio y la necesidad por ganar unos pesos darán
lugar a que la cerveza siga corriendo en El Tres y por los otros 39 pasos
“habilitados”.
Tomado de EL DEBER/
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