Mientras la política fomenta el odio, impulsa el enfrentamiento, alienta
la crispación social, usa la justicia para la revancha y fomenta batallas
campales en las redes sociales, las personas, las empresas y las instituciones
están frente al enorme desafío del cambio climático, la reconstrucción de la
confianza social, la creación de empleos de calidad y, tal vez, el reto más
complejo: la transformación digital. La pandemia ha acelerado el futuro. La
política busca detenerlo.
En el país, los actores del desarrollo no tienen horizonte de porvenir.
Están presos en la pelea diaria de la sobrevivencia, la mayoría en el sector informal.
Viven presionados y extorsionados por Estado que sólo juega en la cancha del
poder. Nadan contra corriente en un ecosistema desértico. En Bolivia es muy
difícil hablar de un futuro económico y productivo, pero por la sobrevivencia
de las nuevas generaciones debemos salir del lodo de la coyuntura del
enfrentamiento y debatir, por ejemplo, los desafíos del emprendimiento y de la
gerencia frente a la crisis.
La gerencia en tiempos de crisis está frente al desafío de la innovación
estratégica y la transformación digital. Nuevos productos y proyectos requieren
ser lanzados con mucha frecuencia y eficacia para generar valor económico y
social. Las empresas deben reinventarse en momentos difíciles.
En otras latitudes empresariales, las innovaciones en proyectos y
productos aparecen casi a diario y no existen modelos probados ni mejores
prácticas que se aplican automáticamente. Por lo tanto, lo que cuenta es la
actitud innovadora, a pesar de las vicisitudes del momento. Solo una gerencia
innovadora y emprendedora obtendrá una ventaja competitiva al aprender y
experimentar, para encontrar lo que funciona para la empresa, sus clientes y
comunidades. Por lo tanto, en tiempos de crisis se necesitan enfoques
flexibles, interactivos y experimentales para explorar y desarrollar productos
y proyectos nuevos. Estos no ocurren simplemente. Son el resultado de combinar
personas que conozcan profundamente sus sectores y estén capacitadas con
ciertas técnicas de innovación. Asimismo, se trata de construir equipos multidisciplinarios
enfocados y dispuestos a aprender, y tener una cultura que esté respaldada en
la experimentación. La innovación en proyectos y productos es un desafío de
experimentar, dar forma a una hipótesis, probarla rápidamente, aprender y
volver a intentarlo.
La mayoría de las nuevas empresas y emprendimientos innovadores no se
inician con un plan de negocios detallado; comienzan con una idea. Se necesita
un enfoque interactivo y experimental para probar esa idea y darle forma a algo
que los clientes valoren. Para hacer eso, las organizaciones y sus gerentes
tienen diferentes metodologías. En esta oportunidad me gustaría compartir con
ustedes tres de ellas que enseño en mis clases en la universidad, se trata
de: Design Thinking, Lean Startup y Agile.
Design Thinking se enfoca tanto en el cliente interno como
externo. Explora a profundidad el problema desde la perspectiva de las
personas. Un proyecto o producto innovador y exitoso comienza con el
entendimiento de los dolores, alegrías y necesidades del consumidor. Esta
metodología promueve colocarse en los zapatos de los otros. El Design
Thinking surgió del mundo del diseño con un enfoque en los seres
humanos y su comportamiento. Posteriormente identifica el producto o proyecto
pasa a la implementación. En suma, para el Design Thinking primero
se debe empatizar con la gente, definir e idear un producto.
El siguiente paso es convertir las ideas/productos en modelos de negocio
concretos siguiendo el Lean Startup. Esta herramienta, desarrollada
por Eric Ries, ayuda a acortar los ciclos de desarrollo de productos o
servicios en condiciones de incertidumbre. La idea es innovar, crear, medir,
aprender y escalar, de manera rápida, un determinado producto o servicio en una
empresa. Es decir, así uno puede acertar rápidamente en un producto o si se
equivoca, corregir rápidamente.
Finalmente, se debería usar la metodología Agile para
desarrollar y construir los productos y servicios para que funcionen bien.
Crear y entregar el producto de forma incremental y más rápida a través de
procesos ágiles.
La gerencia innovadora puede usar todos estos métodos y técnicas para
valor para los accionistas y la sociedad y emprender la transformación digital.
Debemos contribuir para salir del marasmo político y encarar la agenda digital
de personas, empresas e instituciones.
El autor es economista.
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