“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige (Daniel Ortega). Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio”, aseveró Francisco al portal argentino Infobae desde su residencia de Santa Marta, en la Ciudad del Vaticano, con motivo del décimo aniversario de su papado.
El obispo nicaragüense Rolando Álvarez, muy crítico con el
Gobierno de Ortega, fue condenado el pasado 10 de febrero a 26 años y 4 de meses
de prisión tras ser declarado culpable por delitos considerados “traición a la
patria”, en medio de la crisis que vive el país centroamericano.
Monseñor Álvarez rechazó subirse al avión que lo llevaría,
junto con otros 222 excarcelados políticos nicaragüenses, opositores, hacia
Estados Unidos, lo que provocó la furia del dictador Daniel Ortega, que lo
tachó de “soberbio”, “desquiciado” y “energúmeno”.
“Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es
como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35,
traer aquí las mismas... Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una
distinción linda de Argentina, guarangas”, afirmó la máxima autoridad de la
Iglesia Católica.
El pasado 21 de febrero, el mandatario nicaragüense calificó
de “mafia” a la Iglesia y la acusó de ser antidemocrática por no permitir que
los católicos elijan por voto directo al papa, a los cardenales, a los obispos
y a los sacerdotes.
Caso venezolano
Durante la conversación, Francisco también fue consultado
sobre la situación política en Venezuela y constató su confianza en que pueda
haber un cambio de régimen.
“Pienso que sí. Pienso que sí porque son las circunstancias
históricas las que van a obligar a cambiar el modo de diálogo que tienen.
Pienso que sí, o sea, nunca cierro la puerta a posibles soluciones. Al
contrario, la fomento”, suscribió el sumo pontífice.
El papa Francisco, de 86 años, cumplirá el próximo lunes
diez años al frente de la Iglesia católica, un período en el que ha centrado
sus esfuerzos en reformar la Santa Sede para hacerla más transparente y
efectiva, no sin la oposición de los sectores más conservadores del Vaticano.
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