vincente hasta la fecha de una posible fuga gradual desde el núcleo de nuestro planeta.
A pesar de que el helio es el segundo elemento más abundante
en el universo, su presencia en la Tierra es relativamente escasa debido a su
tendencia a ascender hacia la atmósfera superior y escapar al espacio.
Tradicionalmente, lo extraemos de depósitos de gas natural en la corteza
terrestre, que se forman a lo largo de extensos periodos a medida que se
desplazan a través de las capas de la Tierra.
La cantidad exacta de helio que permanece en la Tierra ha
sido un misterio persistente. Una teoría sugiere que, dado que el helio no ha
desaparecido por completo durante miles de millones de años, el núcleo de la
Tierra podría estar liberándolo gradualmente desde reservas aún más vastas y
desconocidas.
Helio-3 y helio-4 en el archipiélago ártico canadiense
Ahora, según informa Science Alert, el equipo de científicos
se basó en investigaciones previas que identificaron trazas de helio-3, un
isótopo de helio especialmente raro en la Tiera, en antiguas coladas de lava.
Al estudiar las muestras recopiladas en las islas Baffin, Canadá, e Islandia,
descubrieron que la proporción de helio-3 con respecto al helio-4, que es mucho
más común, era excepcionalmente alta en comparación con cualquier otro lugar de
la Tierra: 67 veces mayor que la proporción en la atmósfera.
Esta anomalía sugiere que estos isótopos no provienen de la
contaminación atmosférica, sino más bien de una fuente subterránea común que ha
estado liberando lentamente el helio atrapado en el núcleo terrestre a lo largo
de millones de años.
Además, como se detalla en un artículo publicado en la
revista Nature, los científicos respaldan su conclusión al observar la
presencia de otros gases nobles, como el neón, que coinciden con las
condiciones que existían cuando la Tierra estaba en proceso de formación, hace
miles de millones de años.
En última instancia, los científicos plantean que, si su
hipótesis sobre el origen de estos gases es precisa, otros materiales en estas
áreas remotas también pueden provenir del núcleo terrestre, lo que
proporcionaría una visión valiosa y hasta ahora inaccesible del núcleo de la
Tierra.
Así, este descubrimiento promete proporcionar datos
importantes sobre los procesos y condiciones presentes en los albores de la
existencia de nuestro planeta, enriqueciendo nuestro entendimiento sobre cómo
se formó la Tierra y, por extensión, cómo se desarrollan planetas similares al
nuestro.
Agencias
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