El presidente Rodrigo Paz advirtió que Bolivia recibe una economía devastada tras décadas de malgasto, deuda y corrupción, y prometió un modelo centrado en la producción, la formalización y la libertad económica para todos los bolivianos.
El presidente Rodrigo Paz cuestionó este sábado el manejo de
la renta gasífera acumulada desde 2006 y lanzó una crítica directa a las
gestiones anteriores: “¿Qué carajos hicieron con tanta bonanza? ¿Dónde está el
bendito mar de gas que nos prometieron?”.
Según el mandatario, la administración del MAS gastó
alrededor de 60.000 millones de dólares provenientes del sector hidrocarburos y
hoy arrastra una deuda pública que bordea los 40.000 millones.
Paz sostuvo que ese dinero pudo financiar un país moderno,
productivo y competitivo, y que la enorme brecha entre esa bonanza y la pobreza
actual demuestra la magnitud del fracaso.
En su discurso de ascenso al Poder, el nuevo mandatario fue
directo al punto: Bolivia arranca un ciclo político con la economía quebrada,
sin reservas suficientes, con inflación en ascenso, escasez de combustibles y
una herencia fiscal que calificó como “la peor crisis en 40 años”.
Su discurso no dejó margen para la ambigüedad: habló de
traición, malgasto y de un modelo agotado que dejó al país sin los recursos del
gas y sin claridad sobre el futuro del litio.
Planteó una economía “de la gente”, donde el acceso al
crédito sea barato y deje de estar reservado para los grupos de poder. Y
conectó esta idea con el derrumbe de la renta del gas: “¿Qué carajo nos
hicieron con tanta abonanza?”, lanzó.
Prometió libertad económica, seguridad jurídica y respeto a
la propiedad privada, elementos que —según dijo— el país necesita para generar
empleo real. Y fue directo al hueso: “La ideología no te da de comer. Lo que te
da de comer es el empleo, la producción, el crecimiento”.
Atado a esto lanzó la pregunta que atravesó todo su
discurso: “¿Dónde está el mar de gas? ¿Dónde está el litio?” Interpeló
directamente a Evo Morales y Luis Arce, cuestionando la ausencia de resultados
pese a haber manejado los mayores ingresos de la historia nacional.
Una economía devastada
Paz afirmó que recibe un país con reservas internacionales
en su punto más bajo en 30 años, déficit fiscal superior a $us 10.000 millones
y empresas públicas hundidas. Mencionó la escasez de combustibles, mercados
desabastecidos y la pérdida de poder adquisitivo como señales claras de un
modelo que colapsó.
Sin matices, habló de traición económica contra los
bolivianos más humildes. Prometió que los responsables deberán rendir cuentas y
que su gestión se basará en la verdad, no en la propaganda.
El presidente cerró su enfoque económico con una
convocatoria a la unidad, pero no como consigna abstracta: la presentó como
condición para la recuperación. Dijo que la democracia salvó a Bolivia y que
ahora salvará la economía, siempre y cuando las reglas sean claras y se respete
la ley.
Para Paz, la unidad sirve para producir, combatir la
corrupción y reconstruir la confianza perdida. “La unidad hoy se llama
crecimiento”, resumió.
El Deber
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