La inestabilidad en el cargo de director técnico de la Selección boliviana de fútbol ha sido una constante en la última década, reflejando una tendencia preocupante en la gestión del equipo nacional. Desde las eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014 hasta la actualidad, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) ha designado a nueve entrenadores diferentes para dirigir a la Verde, evidenciando una falta de continuidad en los procesos de trabajo.
Esta rotación constante de técnicos contrasta con las
estrategias de otras selecciones de la Conmebol, donde se suelen priorizar los
procesos a largo plazo sobre los resultados inmediatos. En Bolivia, sin
embargo, la presión por obtener victorias rápidas ha llevado a cambios
frecuentes en el banquillo.
Entre los entrenadores que han pasado por la selección en
este período se encuentran nombres reconocidos como Xabier Azkargorta, quien
llevó a Bolivia a su última participación en un Mundial en 1994, así como
técnicos locales e internacionales de diversa experiencia. La lista incluye a
Néstor Clausen, Mauricio Soria, Julio César Baldivieso, Guillermo Hoyos,
Eduardo Villegas, César Farías, Gustavo Costas y, más recientemente, Antonio
Zago.
Esta alta rotación, con nueve entrenadores en diez años,
refleja una falta de estabilidad y continuidad en el proyecto futbolístico
nacional. Los cambios suelen justificarse por los malos resultados obtenidos y
por el deseo de la federación de "cambiar el timón" durante los
procesos clasificatorios o competitivos.
La constante búsqueda de un "cambio de rumbo" ha
impedido que se consoliden proyectos a largo plazo, afectando el desarrollo de
un estilo de juego definido y la formación de un grupo estable de jugadores.
Esta situación también puede tener un impacto negativo en la confianza y el
rendimiento de los futbolistas, quienes deben adaptarse constantemente a nuevas
metodologías y filosofías de juego.
El desafío para la FBF radica en encontrar un equilibrio
entre la necesidad de resultados y la importancia de mantener un proceso
sostenido. La experiencia de otras selecciones sudamericanas demuestra que la
estabilidad y la continuidad en el trabajo pueden ser claves para el éxito a
largo plazo.
Para revertir esta tendencia, es fundamental que la
federación establezca un proyecto deportivo a largo plazo, con objetivos claros
y realistas, que permita a los entrenadores trabajar con mayor tranquilidad y
tiempo para implementar sus ideas. Asimismo, es crucial fortalecer las
divisiones inferiores y mejorar la competitividad del fútbol local para
proporcionar una base sólida al equipo nacional.
El Deber
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