En abril de la gestión 2023 el presidente Luis Arce aseguraba que el país gozaba de una economía estable y que no habría devaluación de la moneda boliviana, un año después la situación ha cambiado. Si bien el Gobierno aún no lo reconoce, existe una depreciación evidente de la moneda nacional, en consecuencia, el sacar la producción local hacia los países vecinos se ha tornado en un buen negocio en las regiones fronterizas, lo que genera problemas de desabastecimiento en los mercados locales e incluso pone en riesgo la soberanía alimentaria en el país. Los controles asumidos por el Estado no han sido suficientes.
Los números
Para el presidente del Colegio de Economistas de Tarija,
Fernando Romero, existe una devaluación de la moneda boliviana, que está
influenciada por dos factores, el inflacionario, que ha provocado que la moneda
se devalúe al menos un 50% y hasta cerrar la gestión puede superar el 60%. El
segundo, es la devaluación del boliviano en comparación con el dólar americano,
que al menos alcanza 65% y puede alcanzar el 90% hasta fin de año.
“También está la depreciación con respecto a las monedas
vecinas, por ejemplo, en Argentina el tipo de cambio oficial está a 0,00683,
que significa que por cada 100 pesos argentinos equivalen a 0,68 centavos de
boliviano, pero en la última cotización realizada en Bermejo, se advierte que
100 pesos argentinos están a 1 boliviano, eso quiere decir que la moneda
argentina ha subido su valor con respecto a la moneda nacional”, indicó.
Romero enfatizó que este tipo de factores influye en lo que
es el “contrabando a la inversa”, enfatizó que esto no solamente se da en
regiones fronterizas con Argentina, sino también con la frontera con Perú, ya
que los países vecinos al advertir que su moneda vale más que el boliviano,
acude a los mercados fronterizos a hacer compras por mayor cantidad.
“Si la situación continúa así, hay la posibilidad de
desabastecimiento, porque a medida que suba el valor de las monedas vecinas y
nuestra moneda se vaya devaluando, es una bomba de tiempo que puede explotar en
desabastecimiento, porque al final el comerciantes no le va a interesar si
satisface o no al mercado interno, lo que le interesa es vender, y le da lo
mismo vender a los bolivianos o peruanos, por eso es que el Gobierno está
implementando tareas de control para evitar que salgan las cosas”, indicó.
“La importación ya no es negocio”
El analista económico, Jaime Dunn, entrevistado por El País,
explicó que el negocio que sostenía Bolivia desde la gestión 2011 hasta marzo
del 2023 eran las importaciones, pero en la actualidad, por la devaluación de
la moneda nacional, el mejor modelo de negocio es ser exportador.
“Entonces, cualquier sector que exporta va a estar en
mejores condiciones que los sectores que importan. Sin embargo, el beneficio
como exportador va a depender de la importación de insumos, Bolivia importa
hasta el 80% de insumos y bienes capital, si eres un exportador con muchísima
importación de insumos tu ventaja de ser exportador se verá disminuida”,
mencionó.
Dunn señaló que la actual coyuntura económica también afecta
al modelo de negocios que sostienen las fronteras de Bolivia, principalmente
con Argentina, ya que de tener contrabando de importación ahora pasa a tener
contrabando de exportación. “Los agentes económicos que están en el
contrabando, ajustan su modelo económico de ser importadores a ser exportadores
y por supuesto que este cambio tiene efectos importantes en los negocios en esa
región”, apuntó.
Controlar la devaluación
Consultado sobre qué medidas ha implementado el Gobierno
para controlar la devaluación, Dunn manifestó que se aplican controles de
especulación; redujeron gravámenes arancelarios para la importación de
productos como trigo, harina, arroz, medicamentos; ejecutan ferias denominadas
“Del campo a la olla”; militarizaron fronteras para combatir el contrabando a
la inversa.
“Pero básicamente estas medidas están mal enfocadas, porque
se cree que el contrabando o la devaluación es simplemente especulativo y que
las caseritas suben los precios, es una causa de la inflación, que son
caprichos y acciones mal intencionadas de los agentes económicos. Pero en
realidad no es culpa de las caseritas o contrabandistas, lo que pasa es que la
propia política económica del Gobierno ha generado como resultados, como
efectos directos, la pérdida del valor adquisitivo de la moneda y el incremento
de precios”, expuso.
El País
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