La noticia de una supuesta resolución del TSE para arrebatarle la jefatura del MAS fue el último eslabón de la cadena.
Evo Morales, el imbatible líder campesino tuvo que aguantar nueve derrotas políticas desde que era presidente; aunque los mayores sin sabores los soportaría el último año, con las decisiones del Tribunal Constitucional Constitucional (TCP) autoprorrogado sobre su posible candidatura y la sigla del MAS del que fue su jefe por más de 25 años.
Un recuento de prensa de los últimos 17 años da cuenta de una temprana derrota en la presidencia de Morales. Entre febrero y marzo de 2007 se denunció la ‘venta’ de avales políticos a personas que querían lograr un empleo en la administración pública. El 12 de marzo el propio Morales admitía la existencia de esos documentos y ordenaba una investigación que no llegó a ningún lado.
Después de tres años, vino otra derrota. El 26 de diciembre de 2010 promulgaba el decreto 748 que eliminaba la subvención de combustibles en Bolivia. Una movilización popular por cuatro días lo hizo retroceder y horas antes de Año Nuevo comunicó la abrogación del decreto; fue su segunda derrota.
Al año siguiente dictó la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que pasaba por el parque Isiboro Sécure. Los indígenas de ese territorio organizaron la VIII Marcha Indígena hacia La Paz y luego de sortear incluso una gasificación en Chaparina la columna llegó a La Paz ante un apoteósico recibimiento el 30 de septiembre de 2011. Días antes en un último intento por detener la marcha Morales ordenó suspender la construcción de la carretera. Ese hecho marcó su tercera derrota política.
Cuatro años pasaron antes que en febrero de 2015 estallará el escándalo de la malversación de dinero en el Fondo de Desarrollo Indígena. El escándalo de los Bs 102 millones fue la mayor mancha de corrupción en el Gobierno de Morales.
Después de la victoria electoral de 2014 un Evo Morales envalentonado decidió convocar a un referéndum constitucional que le autorice a quedarse como presidente de forma indefinida. El proceso se organizó para febrero de 2016 y fue conocido como el ’21-F’. Morales recibió un revés y la gente votó mayoritariamente por el No, lo que marcó su quinta derrota.
En octubre de 2019 valiéndose de un fallo constitucional postuló en las elecciones generales y Morales fue acusado de ordenar un fraude electoral y una revuelta popular lo sacó del poder y después de renunciar a su cargo de presidente fugó a México. Fue la sexta vez que perdió una batalla política.
En 2020, el MAS volvió a presentar candidatos a la presidencia, Evo como jefe del partido designó al binomio Lucho-David y él se presentó como candidato a primer senador por el MAS. Sus adversarios políticos al darse cuenta, que en esa época no tenía residencia permanente en Cochabamba, sino en Argentina, provocaron su inhabilitación, así que se conformó con ser jefe de campaña. Y así llegó su séptima caída.
Llegó el 2024 y con él las peores derrotas del evismo. Una columna iniciada el 13 de septiembre en Caracollo llevó a la mayor marcha que protagonizó Evo Morales. Amenazó al Gobierno, dando un plazo de cinco días para cambiar ministros, pero no surtió efecto.
Un mes después, el 15 de octubre, sus afines declararon el bloqueo de caminos; sin embargo, su medida no se amplificó al país. Luego de esa derrota recurrió a una medida desesperada, se declaró en huelga de hambre en su bastión junto con cinco dirigentes; pero tampoco tuvo éxito y no hubo otros piquetes que era el objetivo y llegó así a su octava derrota.
Este martes se conoció de una supuesta decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que deja sin mandato en el MAS a Evo Morales, lo que constituiría la novena derrota política del evismo.
El Deber
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