Dos retratos de Albert Einstein cuelgan en las paredes de un laboratorio improvisado en las afueras de Nairobi, donde inspiran a dos innovadores autodidactas kenianos, quienes construyeron un brazo prostético biorrobótico con desechos electrónicos.
Los primos Moses Kiuna, de 29 años, y David Gathu, 30,
crearon su primer brazo prostético en 2012 luego de que su vecino perdió una
extremidad en un accidente industrial.
Pero su última invención incluye una mejora significativa,
dicen los primos.
El aparato utiliza un casco receptor para captar las señales
cerebrales y convertirlas en corriente eléctrica, que es enviada a un
transmisor que reenvía los comandos al brazo y los hacen moverse.
Todo ocurre en menos de dos segundos.
"Vimos gente discapacitada luchando mucho y queríamos
hacer que se sintieran más capaces", comentó Gathu a AFP.
El alto costo de las prótesis hace que solo una de 10
personas con necesidad en el mundo tenga acceso, y la Organización Mundial de
la Salud (OMS) dice que esa exclusión agrava el peso de la discapacidad.
"Notamos que Kenia importa prótesis costosas",
dijo Kiuna a AFP. "Así que nos preguntamos, '¿como podemos resolver
nuestros propios problemas?'".
Reciclaje
Encontraron su respuesta en las chatarreras.
Desde el colegio, los dos han explorado los depósitos de
chatarra alrededor de la capital de Kenia en busca de aparatos descartados que
aprovecharon para crear más de una docena de inventos.
Aunque la enseñanza convencional ayudó poco para alimentar
su curiosidad, su deseo de aprender no disminuyó. Gathu dejó la escuela a los
17 y Kiuna abandonó la universidad dos años después.
Los estantes de su laboratorio aledaño a la casa de su
abuela están llenos de libros de ciencia, y las paredes están cubiertas de
tablas que detallan la anatomía humana y la tabla periódica.
"Estudiamos neurofisiología leyendo libros y reuniones
con médicos para que nos explicaran los conceptos", comentó Gathu, al
explicar el proceso de construir el brazo prostético.
Pero es solo uno de los inventos de los dos primos.
Cuando apareció el covid-19, construyeron un aparato para
esterilizar billetes con tecnología de infrarrojo, y posteriormente un
generador de energía verde que convierte oxígeno en electricidad, dirigido a
combatir el cambio climático.
Impulsar el futuro
"Estos dos son prueba de que los africanos pueden hacer
aportes significativos a la tecnología y la ciencia", sostuvo Mukuria
Mwangi, fundador de la escuela Jasiri Mugumo en Nairobi.
Mwangi, quien invita a Gathu y Kiuna a hablar a los niños de
la escuela, dijo a AFP que la educación en Kenia hace por estimular la
innovación.
"La invención no es una disciplina que nace en nuestras
escuelas, pero la innovación es lo que impulsará el futuro", afirmó
Mwangi.
Otros desafíos como la falta de fondos impiden que la
innovación cobre relevancia en el país de África Oriental, como se refleja con
los numerosos inventos que acumulan polvo en el laboratorio de Gathu y Kiuna.
"Tenemos muchas otras ideas que podemos hacer
comercialmente viables, pero carecemos de recursos y apoyo", lamentó
Gathu.
Agencias
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