Donald Trump ha declarado la guerra comercial al mundo entero. El presidente estadounidense lanzó su ofensiva el miércoles 2 de abril, y nadie ha salido indemne, ni amigos ni enemigos. Al menos un 10% y a veces más para algunos países, como China, Vietnam y Camboya. Brasil es uno de los “afortunados”, afectado sólo por un aumento del 10%. Análisis.
En primer lugar, conviene recordar que Brasil y Estados
Unidos están vinculados económicamente. Estados Unidos es el principal inversor
en la mayor economía de América Latina. Brasil es también uno de los
principales exportadores de la región. Entre ellos destacan la soja, la carne
vacuna, el pollo y el acero. Los estadounidenses también importan mucho. Pero
la balanza comercial entre ambos países es superavitaria del lado
estadounidense, lo que supone una ventaja para Brasilia.
Lejos del punto de mira de Donald Trump
Donald Trump tiene en el punto de mira a los países que
exportan más a Estados Unidos de lo que importan. Por lo tanto, Brasil puede
aprovecharse de esta situación. El presidente Lula lo ha entendido
perfectamente. No quiere poner fin al diálogo con Washington. Como prueba de
ello, la semana pasada una misión brasileña estuvo en la capital estadounidense
para mantener conversaciones con la administración Trump. Eso no ha impedido,
sin embargo, que Brasil haya respondido con la votación en el Parlamento, hace
unas horas, de una ley para tomar represalias contra las medidas
estadounidenses. Pero el Gobierno brasileño también ha forjado otras alianzas
que le permiten no sufrir demasiado.
La alternativa china
Una de estas nuevas relaciones es con China. De hecho, Pekín se ha convertido en el
principal socio comercial de Brasil. Los dos países comercian mucho. Las
empresas brasileñas exportan sobre todo soja, pollo y carne de vacuno. Y ahí es
donde la cosa se pone interesante, porque China está especialmente en el punto
de mira de Estados Unidos. Pekín ha respondido aumentando los impuestos sobre
productos agrícolas estratégicos estadounidenses, como la soja y la carne. Por
tanto, China puede encontrar en Brasil una alternativa viable para sus
necesidades de bienes de consumo básicos. Las empresas chinas -y esta es la
contrapartida obvia- están presentes en suelo brasileño y están invirtiendo
fuertemente en la construcción de infraestructuras esenciales para la actividad
económica, como carreteras, ferrocarriles y puertos.
Una oportunidad con riesgos
Si nos fijamos sólo en el pollo y los huevos brasileños, las
exportaciones de estos dos productos a China se están disparando. Entre un 9% y
un 20% más que el año pasado. Prueba de que hay confianza, el índice bursátil
brasileño, basado principalmente en las materias primas, ha subido un 9% en las
últimas semanas, a pesar de que los principales precios mundiales están en
números rojos. Pero aunque esta situación pueda parecer beneficiosa a corto
plazo, a largo plazo expone a Brasil a una fuerte dependencia de China. Y si
las relaciones sino-estadounidenses mejoran, todo el equilibrio que acabamos de
mencionar podría volverse inestable. Las autoridades brasileñas juegan en
varios frentes. Recientemente han firmado nuevos acuerdos con Japón y con los
europeos en el marco del acuerdo Mercosur. Una situación que está permitiendo
al país reforzar su posición en la escena comercial internacional y estimular
su crecimiento económico.
Agencias
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