Las calles de Buenos Aires y otras grandes ciudades de Argentina se vieron abarrotadas este martes con cientos de miles de personas, especialmente estudiantes y profesores universitarios, que rechazan los recortes del gobierno a la educación superior en ese país.
Estuvieron respaldados por obreros y sindicalistas que
esperan que se reviertan las reducciones de entre 60-70% del presupuesto
público para las universidades.
El recorte es parte de la política de la
"motosierra", como llama Milei a su plan para reducir la
participación del Estado en actividades públicas de todos los sectores, para
conseguir un equilibrio fiscal en la golpeada economía argentina.
"Vamos a tener que dejar de funcionar", advertía a
una emisora local Ricardo Gelpi, el rector de la Universidad de Buenos Aires
(UBA), la institución pública que cuenta con más de 300.000 alumnos y que está
catalogada entre las mejores de América Latina.
Apuntó que los recortes están afectando el pago a
profesores, las actividades de investigación y la atención sanitaria, pues la
UBA gestiona cinco hospitales públicos.
Al grito de "La UBA no se vende, la UBA se
defiende", los miles de manifestantes avanzaban en la capital argentina
desde la sede del Congreso hacia la Casa Rosada, sede de la presidencia.
Algunos jóvenes llevaban libros en las manos para
manifestarse contra el gobierno de Milei, quien ganó con una holgada mayoría
las presidenciales de 2023.
Las viejas generaciones también acompañaron a los
estudiantes.
"Vengo para defender la universidad pública y porque
mis principios están muy alejados de los del gobierno actual", dijo Pedro
Palm, un arquitecto de 82 años graduado en la UBA, a la agencia Reuters.
La protesta fue respaldada también por la Confederación
General del Trabajo, la principal central sindical del país.
El plan de Milei también ha incluido el despido de miles de
funcionarios, así como la eliminación de diversos programas gubernamentales.
La noche del lunes, Milei pronunció un discurso en cadena
nacional en el que celebraba los logros económicos de su gobierno -como un
superávit fiscal de 0,2%- como un "milagro económico" producto de sus
políticas de ajuste.
“Pese a la oposición de buena parte del establishment
político y económico de Argentina, a quienes sistemáticamente ponen en
cuestionamiento nuestras ideas y pregonan por nuestro fracaso para volver al
poder, nuestro plan está funcionando”, afirmó.
Argentina no registraba un superávit fiscal trimestral desde
2008.
Agencias
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