Hasta el 24 de octubre de este año, Bolivia ha registrado 76 feminicidios, un incremento en comparación con los 71 del mismo periodo del año anterior. Más del 40% de las víctimas eran jóvenes, de entre 19 y 30 años.
Benigna, Kamila, Hilda, Katherine, Julieta, Elva Silvia, Nely, María Clara y Emily son solo algunos de los nombres que reflejan una dolorosa realidad: este año, hasta el 24 de octubre, Bolivia registra 76 feminicidios, un aumento respecto a los 71 del mismo periodo del año anterior. Cada una de estas identidades representa una vida arrebatada, un futuro truncado y un profundo sufrimiento para sus familias, que en muchos casos se ven también afectadas por la orfandad de los hijos dejados atrás.
La violencia de género persiste, y detrás de las cifras hay historias de mujeres y sus familias. Por ejemplo, Benigna, la víctima número 17 de feminicidio en Cochabamba y la 75 en Bolivia, era madre de dos niños de 8 y 10 años. Tenía 25 años y trabajaba en la región del Trópico para mantener a sus hijos. Fue reportada como desaparecida el 16 de octubre y, días después, el 20 de octubre, fue encontrada sin vida. Los dirigentes de Villa Hermosa, del Sindicato San Juan de Icoya en Villa Tunari, informaron del hallazgo a la Policía. La autopsia reveló que la joven había fallecido por asfixia por estrangulación, además de presentar policontusiones y signos de violencia en su cuerpo.
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Benigna fue despedida el 22 de octubre en Eterazama. Su muerte no fue un accidente ni una situación fortuita; fue víctima de feminicidio, y su concubino, David José Q., de 28 años, es sospechoso del crimen.
Solo en octubre se registraron 8 feminicidios. En enero fueron 5, en febrero 7, en marzo 4, en abril 11, en mayo 8, en junio 10, en julio 6, en agosto 9 y en septiembre 8. Este mes resultó igualmente doloroso: otro feminicidio conmocionó a la sociedad, el ocurrido en un aula de la Escuela Superior de Formación de Maestros “Simón Bolívar” de Caranavi, ubicada en Los Yungas de La Paz, un lugar donde se forjan sueños. En esa institución, el martes 15 de octubre, se desató una tragedia. Kamila Pacassi Zango, una joven de 23 años llena de sueños y aspiraciones, fue asesinada por su compañero Edwin Marco C.H. (24), quien recibió detención preventiva indefinida en la cárcel de Chonchocoro, considerada de máxima seguridad en Bolivia, debido a que evitó un juicio abreviado en el que podría haberse dictado su sentencia. Existen testigos y grabaciones que corroboran su autoría.
El brutal ataque ocurrió frente a sus compañeros; algunos quedaron paralizados de horror, mientras que otros, en medio de gritos y confusión, intentaron ayudar a Kamila empujando pupitres hacia el agresor. Uno lo golpeó con un ventilador, y otros buscaban tranquilizarlo hablándole. Sin embargo, no lograron detenerlo; la mirada amenazante del atacante era profunda. Todo ocurrió justo antes de que comenzaran las clases, a las 08.00. Según algunos estudiantes, Edwin Marco se acercó a Kamila y comenzó a atacarla con un cuchillo; su cuerpo presentaba 39 heridas.
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Kamila estaba en el último año de formación en la Especialidad de Educación Inicial en Familia Comunitaria. Tenía muchos sueños y, según sus compañeros, una notable vocación. “Mamita, cuando salga de la Normal quiero implementar un aula invertida (método de enseñanza) para mis niños y niñas. Hoy leí cómo pueden desarrollar un aprendizaje más ágil”, compartió con su madre hace algún tiempo, con miras a ejercer su carrera.
Un día antes del feminicidio de Kamila, se registró otro en Cochabamba. Elva Silvia Choque Villegas fue asesinada por su concubino, José Rolando Gómez Calani. Ella tenía 43 años, estaba a cargo de su nieto y trabajaba como ayudante de ventas en La Cancha. La madrugada del lunes 14 de octubre, fue encontrada sin vida en su habitación en Pacata Alta, con una herida cortante en el cuello.
Según un informe de la Fiscalía, la pareja habría consumido bebidas alcohólicas la noche anterior y luego se dirigieron a su domicilio, donde también se encontraban dos niños: el hijo del presunto autor y el nieto de la mujer. Uno de los menores de edad fue testigo del crimen.
Tras el hecho, el hombre, de 38 años, salió del inmueble con su hijo y se escondió en la casa de sus padres, mientras que el nieto de la víctima despertó y encontró a su abuela sin vida. Aterrorizado, corrió a la casa de sus tíos en busca de ayuda.
El personal de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) aprehendió a José Rolando el mismo día del suceso, alrededor de las 07.00, y posteriormente lo trasladó a celdas policiales. Según el director departamental de la FELCV, Freddy Vargas, este hombre cuenta con cuatro antecedentes por delitos relacionados con violencia familiar y doméstica: dos abiertos y dos cerrados, siendo una de estas causas presentada por su hermana. José Rolando Gómez fue sentenciado a 30 años de cárcel, sin derecho a indulto, en el penal de El Abra.
Una semana antes, el 6 de octubre, otro caso enlutó Cochabamba. Julieta Mejía Arce fue víctima de feminicidio. Su pareja, Jhocemar García Rodríguez, acabó con su vida y ya ha sido sentenciado a la pena máxima de 30 años de cárcel en el penal San Pedro de Sacaba.
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Julieta era madre de dos hijas: una de 20 años y otra de 13, siendo la mayor testigo del crimen. Ese día, los vecinos vieron a Julieta y a Jhocemar entrar en la casa y, unas horas después, una ambulancia llegó al lugar. En el interior, la pareja había sostenido una discusión, en la que el hombre agarró un cuchillo de cocina y la apuñaló 19 veces.
La hija, al percatarse del ruido, ingresó a la habitación de su madre y se encontró con una escena desgarradora. Su madre estaba ensangrentada. La joven corrió y cerró la puerta para evitar que el agresor escapara, luego salió en busca de ayuda. Después, llegó la ambulancia, pero Julieta ya no presentaba signos vitales. Jhocemar, quien se había autolesionado con un cuchillo, fue auxiliado primero al Hospital México y luego trasladado a una clínica, donde fue estabilizado. Después de ser dado de alta, fue trasladado a la cárcel, donde cumplirá 30 años.
El viernes 25 de octubre se conoció el caso de Emily Canaviri Mamani, una joven de 22 años encontrada muerta en la vía pública en la zona norte de Oruro. Su cuerpo presentaba signos de violencia. Los vecinos reportaron el hallazgo el 24 de octubre y relataron que la mujer había sido vista discutiendo con un hombre; 20 minutos después, la encontraron tendida en el suelo, sin signos vitales. Cerca del lugar, la Policía descubrió una piedra manchada de sangre. Tras la autopsia, el caso fue calificado como feminicidio.
Según información del Observatorio para la Exigibilidad de los Derechos de las Mujeres, más del 40% de las víctimas tenían entre 19 y 30 años. Además, hay más de 80 huérfanos a causa de los feminicidios.
De acuerdo con los datos estadísticos del Ministerio Público, de los 75 feminicidios registrados, 20 ocurrieron en La Paz, 17 en Cochabamba, 14 en Santa Cruz, 7 en Potosí, 7 en Tarija, 7 en Oruro, 2 en Chuquisaca y 2 en Beni.
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