El 26 de febrero del 2020 se presentó el primer caso latinoamericano de coronavirus en Brasil. Lo alarmante del asunto estaba en que, a esas alturas, los servicios de salud y las autoridades no parecían haber establecido protocolos y procedimientos efectivos de atención para los futuros afectados por una enfermedad muy contagiosa y, por tanto, difícil de contener. Muchos albergaban, en silencio, la sospecha de que el personal médico y sanitario, que nunca se había destacado por su eficiencia, tampoco ahora estaría a la altura de las necesidades.
La sociedad en general se
alarmo tras la aparición de este nuevo virus, nuestra realidad se vio totalmente cambiada, las personas se vieron
obligadas a adaptarse a esta nueva realidad donde no se nos permitía salidas a
partir de ciertas horas y todo con números de carnet, para evitar que se
propague de forma alarmante este virus y evitar una crisis social en el país.
La desinformación de la
sociedad ante este virus fue tal que algunas personas llegaron a la
automedicación sin prescripción médica exponiendo su vida y la de sus
familiares, los medios de comunicación fomentaron la mala información a las
personas ya que como sabemos no exponen toda la verdad y siempre exageran las
noticias para hacer que sean más llamativas para la sociedad.
La situación actual de la
tecnología en Bolivia es deficiente ya que no todos cuentan con tecnología
adecuada para las clases virtuales u otros servicios básicos en la vida
cotidiana, debemos abrirnos caminos y como futuros maestros formar estudiantes
que quieran cambiar el rumbo al que va nuestro país.
De esta manera el sistema
educativo se vio afectado, la educación presencial pasó a un segundo plano el
cual padecía una deficiencia tecnológica, dando marcha a una migración a los
escenarios virtuales, con este evento la educación dio un giro radical en los
continentes de los cuales América latina fue uno de los más afectados, la
educación se trasladó a un plano digital a tiempo completo.
Al trasladar la experiencia
colaborativa e interactiva entre estudiantes y profesores al espacio virtual,
lo que comenzó como un mero intercambio de información convirtió las
aplicaciones virtuales en contenedores reales, pero esto no duró mucho porque
la verdadera interacción educativa requiere un llamado soporte de
retroalimentación, creando un cambio crítico en los esfuerzos de enseñanza
virtual.
Siguiendo esta línea de
pensamiento, el propósito de este estudio es orientar nuestra reflexión sobre
el contexto en el que los procesos educativos han cambiado en el contexto de la
COVID-19. ¿Cómo todos los sistemas educativos adoptan modelos de educación a
distancia para asegurar la continuidad del proceso de enseñanza, que ya no
puede estar paralizado por tanto requiere de una nueva forma para continuar su
labor educativa?
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